Vistalegre 3

LIBERTAD DIGITAL 14/06/17
JOSÉ MARÍA ALBERT DE PACO

· La moción de censura de Podemos es el paradigma del más rabioso sectarismo que se haya visto en democracia.

Cuando se supo que el presidente de Francia, Emmanuel Macron, designó primer ministro a Edouard Philippe, el Extranjero Profesional se hizo eco en su blog de algunos de los artículos en que Philippe había criticado a Macron. No eran reproches antediluvianos, que el mero paso del tiempo habría de disculpar por la hipótesis de que aquel Philippe era uno y este Philippe es otro. No, los textos en que éste zahería tan sagazmente a Macron aún presentaban rígor mortis. Éste, por ejemplo, publicado en Libération, es de enero de este año:

El romano que más se parece a Macron es Macron, más concretamente, Naevius Sutorios Macro, llamado Macron, alto funcionario que, al calor de una revolución palaciega, se convierte en consejero de Tiberio, emperador desconectado de los asuntos corrientes y al que acabará asesinando. Macron es un tribuno adepto al populismo impúdico, que no asume nada y lo promete todo, con el brío de un joven conquistador y el cinismo de un veterano de vuelta de todo.

El hombre que firmó esto hace cinco meses, repito, es hoy el primer ministro del Gobierno de Macron.

La evocación contrasta de plano con la moción de censura de Podemos, paradigma del más rabioso sectarismo que se haya visto en democracia, descontada, claro está, aquella filípica de la cal viva con que este partido presentó sus credenciales. Cómo vamos a fiarnos de un tipo como usted, Sr. Rajoy, con los muchos amigos que tiene en la cárcel. La sal gorda a la que son adeptos los chicos de la Complu habría merecido que Rajoy hubiera respondido: «Para amigos presos, Sr. Iglesias, los 250 etarras que aún siguen en nuestras cárceles, y a los que a usted siempre ha defendido, o el concejal Bódalo, que está encarcelado, se lo recuerdo, por un delito de atentado con resultado de lesiones». (Ah, qué discursista se ha perdido España). Pero no. Y lo entiendo. Rajoy, gobernante paradójico donde los haya (digo gobernante y no hombre porque nada, absolutamente nada se sabe de él más allá de los anzuelos que él mismo ha tendido: Marca, el Tour, el Casino de Pontevedra), tiene como principal virtud la sensatez, o acaso su apariencia. Y como principal defecto la sensatez o acaso su apariencia. Hablarle de tú a tú a cualesquiera de los provocadores de la Complu le debe de parecer inconcebible; tan inconcebible, por cierto, como hablarle de tú a tú a Puigdemont.

Suele decir Albert Rivera, citando a Víctor Hugo, que no hay nada más poderoso que una idea a la que le ha llegado su hora. El fulgurante ascenso al poder de Macron avala el adagio, aunque tal vez no tanto como las baladronadas de la yunta Iglesias-Montero o ese tuit del cándido Errejón condenando a la bancada del PP a 21 años de cárcel. No hay idea menos poderosa que la que ha de reptar por el barro.