Esperanza Aguirre, ABC 31/12/12
Por la libertad y la prosperidad de Cuba en esta víspera del aniversario de su caída en la dictadura comunista, hay que gritar con más fuerza y más esperanza que nunca: ¡Viva Cuba libre!.
El ejemplo cubano «Para los que todavía tengan la tentación de volver los ojos hacia soluciones de tipo comunista o del “socialismo real” puede ser aleccionador mirar las cifras de la evolución de Cuba»
Mañana, día de Año Nuevo, los cubanos cumplirán cincuenta y cuatro años justos bajo la dictadura comunista de los Castro. Si tenemos en cuenta que Cuba se independizó de España en 1898, nos encontramos con que c asi l a mitad de s u existencia como república independiente la ha pasado Cuba soportando la tiranía de la familia Castro. Cincuenta y cuatro años sin libertad, cincuenta y cuatro años de estado policial, en el que se premia la delación, cincuenta y cuatro años al ar bitrio de l os caprichos de unos tiranos que, cegados por su dogmatismo comunista, no han dudado en oprimir, arruinar y humillar a todo un pueblo.
Para todos los amantes de la libertad, y, sobre todo, para todos los españoles amantes de la libertad, constituye un motivo de vergüenza y un aldabonazo en nuestras conciencias la permanencia de una dictadura tan siniestra y tan abyecta en la república americana que más lazos ha tenido con España.
Y digo que la persistencia del castrismo tiene que ser un aldabonazo en las conciencias de los ciudadanos de los países libres de Occidente porque nosotros, los ciudadanos que disfrutamos de la libertad en toda su plenitud, tenemos una inexcusable responsabilidad a la hora de actuar para lograr que los cubanos recuperen esa libertad que los comunistas les han arrebatado desde hace estos cincuenta y cuatro años de tiranía.
Es verdad que, en un primer momento, la revolución castrista pudo ser contemplada como una reacción contra la corrupción del régimen de Batista, pero muy pronto quedó claro el carácter opresor y liberticida del que implantó Fidel Castro. Y, sin embargo, algunos ciudadanos biempensantes y muchos de los sedicentes intelectuales de l os países libres tardaron décadas en aceptar el carácter opresor de la dictadura castrista. Todavía hoy, por ejemplo, se siguen viendo en Occidente imágenes del Che Guevara como si fuera un héroe sin tener en cuenta que fue un asesino especialmente sanguinario y cruel. Y todavía hoy muchos siguen buscando excusas y justificaciones para la existencia de ese régimen liberticida.
Un régimen liberticida e inmoral que, sin embargo, sigue irradiando su nefasta influencia en otros países hispanoamericanos. Porque, disfrazados de populismo, ahí están seguidores más o menos confesos de Castro, como Chávez o Evo Morales, que hacen a sus países un daño similar al que Castro ha hecho a Cuba.
Es deber moral de todos los ciudadanos libres el levantar la voz contra la dictadura comunista de los Castro en Cuba. Porque no es de recibo que Cuba, cuyos habitantes están demostrando en sus ya larguísimos exilios una capacidad emprendedora y creadora excepcional, siga hundida en la miseria económica y en la degradación moral. Cuba tiene que ser libre y tiene que serlo cuanto antes.
Lo único positivo de estos cincuenta y cuatro años de dictadura comunista es que se ha convertido en la mejor demostración práctica y fehaciente de los efectos nefastos del comunismo a la hora de promover la prosperidad y el bienestar de los ciudadanos. Como también lo es la comparación de la pobreza y la opresión de Corea del Norte, bajo la dictadura comunista, con la prosperidad y la libertad de Corea del Sur, democrática y con economía libre de mercado.
Para los que todavía tengan la tentación de volver los ojos hacia soluciones de tipo comunista o del «socialismo real» (y en estos tiempos de crisis que vivimos siempre habrá algunos) puede ser aleccionador mirar las cifras de la evolución de Cuba en estos cincuenta y cuatro años de comunismo.
En 1958 la renta per cápita cubana era de 360 dólares, el doble que la española de la época, y ahora España está en 32.244 dólares y Cuba, según el Banco Mundial, tenía en 2008, 5.397 dólares. Y si nos quedamos en los países de Hispanoamérica también hay que saber que en 1958 la renta per cápita era similar a la chilena y hoy la chilena triplica la cubana. Las cifras son estas y deberían bastar para vacunar definitivamente a los que todavía miran con alguna simpatía a Castro y su régimen.
Por eso, por la l i bert ad y la prosperidad de Cuba en esta víspera del aniversario de su caída en la dictadura comunista, hay que gritar con más fuerza y más esperanza que nunca: ¡Viva Cuba libre!
Esperanza Aguirre, ABC 31/12/12