JOSÉ MARÍA CARRASCAL, ABC – 11/03/15
· Las siete medidas de «reestructuración» que Tsipras ha presentado tienen más de chiste que de plan económico.
EL escarceo de Grecia con la Unión Europea me recuerda el de Julio Camba con su compañero de noche madrileña, Sebastián Miranda. –Invítame a cenar, le dijo en una ocasión el periodista al escultor. –No tengo dinero, contestó éste. –Yo te lo presto, fue la respuesta de Camba, que exigió luego la devolución.
Los griegos de Syriza están dispuestos a salir de la crisis con tal de que sus socios europeos se lo financien. E incluso a devolverles el dinero que les deben, siempre que les den dinero para ello. Así, dirán ustedes, cualquiera. Pero así se las gastan unos individuos que van de sociales, de avanzados, de humanitarios a cuenta de los demás, aceptando, encima, su dinero como si les hicieran un favor.
Lo más curioso es que los demás se lo toleran, o se lo toleraban hasta ahora, pues todo apunta A que sus socios han dicho «se acabó lo de hacer el primo, el cuñado y el padrino. (Si me permiten un inciso, la Grecia moderna –es un decir– ha venido viviendo de la clásica –ya saben, la de Pericles, Leónidas, Sócrates, Fidias, Aristóteles y demás– con la que tiene menos que ver que con los países balcánicos o con los del oriente próximo). Pero cuando el monto de su deuda alcanzó los 320.000 millones de euros, sin que hubiera señales de corrección por su parte, los «primos», en el doble sentido de la palabra, en Bruselas han dicho basta. O, más exactamente, le han dado una última oportunidad: cuatro meses para poner en orden su casa, su hacienda, su mercado de trabajo, si trabajo puede llamarse a las trampas laborales que hace allí todo el mundo, desde los más ricos a los más pobres.
En otro caso, no recibirán los 1.900 millones que quedan del último rescate. Que necesitan para pagar el recibo de la luz, del agua y del supermercado. Pero ni por esas. Las siete medidas de «reestructuración» que el Gobierno Tsipras ha presentado tienen más de chiste que de plan económico: poner a amas de casa y turistas a vigilar que se paga el IVA, conceder licencias de juego online, reabrir la televisión estatal, simplificar la administración, pero sin concretar cifras y respetando siempre un «rescate humanitario». Total, nada en este cubilete, nada en el otro, y me quedo con su dinero, como los trileros.
Así empieza la «negociación» entre la troika, que ahora llaman Comisión, y los griegos. Almunia, que los conoce bien, no recomienda negociar con ellos «porque hay un 95% de probabilidad de que no cumplan lo pactado». Varufakis, el de la chupa y la moto, en cambio, se mostró satisfecho e incluso amenazador: «Si no nos lo aceptan, podemos convocar un referéndum sobre el euro». Me gustaría ver su cara si le contestasen: «Convóquenlo».
Aunque tampoco descarto que estén sopesando a quién dar el próximo sablazo: ¿a los rusos, a los chinos?
JOSÉ MARÍA CARRASCAL, ABC – 11/03/15