A dos semanas de las elecciones andaluzas parece evidente que estamos ante un ensayo general con todo para las legislativas, cuando quiera que se celebren estas. Las cosasno parecen pintar muy bien para los socialistas. Contra la revelación de Juanma Moreno en su gestión al frente de la Junta, la candidatura de Juan Espadas parece muy poquita cosa como se ha visto en los últimos meses y en los primeros compases de la campaña.
Luego está lo de su mujer, Carmen Ibanco, que está siendo investigada por su contratación PSOE en la Fundación Andaluza Fondo de Formación y Empleo (FAFFE) junto a otros 83 trabajadores, contratados todos ellos por su proximidad al PSOE, siendo Espadas viceconsejero de Medio Ambiente de la Junta. No vayan a creer que fue enchufada sin más. Ella declaró tener preparación informática, concretamente “en sistema operativo y ‘guorperfe’”.
Ayer se sumó a su campaña Pedro Sánchez en su estilo más depurado, con un discurso contra la derecha y la ultraderecha, cuyos votos según dijo, son intercambiables: “porque al final se van a acabar entendiendo”. Yo creo que tiene razón en esto y que si los escaños de Vox son necesarios para volver a investir a Moreno Bonilla acabarán por entenderse. Uno cree que el PSOE va a perder este ensayo, a no ser que el PP cometa errores estratégicos descomunales. No es extraordinariamente grave el yerro de insistir en la voluntad de gobernar en solitario. Lo grave es la insistencia, como dijo el rey portugués Manuel II al embajador español que se llamaba Porras y Porras. No hacía falta que el candidato del PP explicase quienes iban a ser sus contactos, pero una negativa que iba contra todas las encuestas le va a regalar a Sánchez su única apreciación sensata.
Una señal de que el inquilino de la Moncloa asume que ha entrado en horas bajas es su esfuerzo por acreditar un perfil europeo e internacional. Es comprensible y tiene tradición en las filas socialistas que cargos de demostrada incompetencia en el ejercicio de los mismos acaben haciendo carrera en organismos internacionales. Ahí tienen los ejemplos de las ministras zapateriles Leire Pajín y Bibiana Aído que acabaron recicladas en la ONU, con salarios pagados por España, porque total, a escote nada es caro.
Que Sánchez busque acomodo internacional es muy significativo, habida cuenta de que lo que a él le gusta de verdad es La Moncloa, empeño en el que ha pervertido toda política de alianzas y ha prostituido todas las instituciones democráticas. Es verdad que se está trabajando con acierto a Ursula von der Leyen, pero no son pocas las ocasiones en que se ha puesto en evidencia. Ah, aquel paseíllo junto a Biden, medio minuto de intensidad que Moncloa disfrazó en encuentro en la cumbre, las reiteradas ocasiones en que el presidente de EEUU ha ignorado a Sánchez, sistemáticamente: no le ha invitado nunca a sus videoconferencias con otros líderes europeos. El nuestro ha puesto mucha voluntad en la próxima cumbre de la OTAN, pero no sé cómo va a prestigiarse con unos socios de coalición rabiosamente antiatlantistas, por no hablar de las humillaciones a las que le sometió Mohamed VI, pongamos de plantarle junto a una bandera española con el escudo invertido. No sé, no acabo de verlo.