HERMANN TERTSCH – ABC – 27/02/16
· El Consejo de Guardianes iraní vetó a quienes sospechaba que no eran buenos musulmanes.
Las elecciones en Irán son siempre un juego raro a democracia en condiciones radicalmente antidemocráticas que sin embargo nunca estrangulan del todo la esperanza de que algo pueda mejorar. Una vez más se concitan expectativas de cambio que se alimentan esta vez de la nueva situación creada por el fin de sanciones a Irán tras el acuerdo nuclear con el resto del mundo.
Se verá si consiguen reafirmarse los reformistas en torno al presidente Rohaní y su gobierno, artífices del acuerdo y del fin del embargo. Que abogan por una mayor apertura y el fomento de la inversión extranjera con todas las implicaciones políticas e ideológicas que conlleva. Se elige al Parlamento de 260 diputados y 80 miembros del Consejo de Expertos que vela por el rigor constitucional y religioso del legislativo. La primera limitación drástica es la purga de candidatos que hace el Consejo de Guardianes, 12 clérigos dedicados a impedir que se presente nadie bajo sospecha de no ser un buen musulmán. Los 12 clérigos son parte de las fuerzas más ortodoxas y contrarias a una apertura del régimen islámico al exterior.
Que tienen para ello muchas motivaciones y no solo religiosas, sino también y quizás ante todo económicas y de puro poder. En un momento en el que la geopolítica otorga a Irán un papel protagonista inimaginable desde la revolución.
Las elecciones se producen en un momento de enormes contradicciones. Existen esas esperanzas de apertura depositadas en Rohaní pero también hay un fatalismo muy extendido. Entre los más jóvenes y la generación anterior que vio aplastado sangrientamente su protesta de 2009 son muchos los que solo piensan ya en emigrar. Los reformistas pretenden vencer esa resignación.
Las fuerzas de la ortodoxia también tienen sus argumentos. Y la estructura de poder creada para defender sus intereses. Nadie espere grandes sorpresas. Volverá a darse un pulso de incierto desarrollo y final entre el inmovilismo del búnker con protagonismo religioso y la pujanza de las generaciones jóvenes de la nación persa que no quieren tener una vida pobre, mediocre y cerrada como sus mayores.