Isabel San Sebastián-ABC
- Anuncie lo que anuncie hoy Sánchez, háganme caso, no se lo crean
Cumplida, esta vez sí, la preceptiva cuarentena, Pedro Sánchez regresa hoy al primer plano de la escena patria. Regresa precedido por una fanfarria de rumores que su maquinaria propagandística se ha encargado de esparcir, alimentando la expectativa de un anuncio de gran trascendencia. Regresa con una intervención ensayada ante el espejo de su vanidad, en un intento patético de colocarse en el mismo plano que el Rey e igualar el discurso con el que el pasado 24 de diciembre Felipe VI pulverizó las audiencias. Regresa el trilero, el mayor embustero que jamás ha presidido el Consejo de Ministros, el traidor cuya poltrona sostienen comunistas orgullosamente autoproclamados enemigos de la Constitución, independentistas sediciosos y herederos de ETA, a costa de infames
tributos pagados por el felón no solo en dinero (2,6 millones de euros ha costado el respaldo de cada diputado de Bildu), sino también en soberanía, libertades, justicia y dignidad, sustraídos a los españoles aprovechando esta atroz pandemia.
Ignoro en qué consistirá ese anuncio destinado a ocupar las portadas de mañana. De hecho, me resulta indiferente, dado que no tengo la menor intención de creérmelo. Sánchez acredita con creces la condición de mentiroso, motivo por el cual el único interés que revisten sus palabras es el contraste de las mismas con los hechos comprobados. Un contraste demoledor, se mire por donde se mire.
Ciñámonos exclusivamente a lo que atañe al Covid-19. Tras una primera oleada en la que España batió todos los récords de víctimas mortales, sanitarios contagiados o pérdidas económicas, entre otros, en verano el jefe del Ejecutivo afirmó en tono solemne: «Hemos derrotado al virus y salimos más fuertes». Todavía estamos esperando a que pida perdón por semejante proclama, proferida con voz engolada a sabiendas de estar faltando descaradamente a la verdad. Poco después se hizo ovacionar por su corte de aduladores en el Congreso, cual César victorioso al regreso de una campaña, vendiendo la piel del oso de unos fondos europeos obtenidos por España a pesar de su Gobierno y que vamos a tardar en ver. Ni entonces ni ahora se le cae de la boca esa coletilla falsaria de «no dejamos a nadie atrás», cuando cientos de nuestros transportistas acaban de ser abandonados a su suerte en la frontera del Reino Unido, incontables beneficiarios de ertes no han cobrado lo que se les debe, millares de empresas están abocadas al cierre, ante la ausencia total de ayudas, y son millones los autónomos condenados a la ruina, toda vez que, por cada 100 euros de pérdidas, la Administración sanchista les compensa 14, frente a los 74 de Alemania o los 58 de Francia. Eso sí, el trilero tiene la desfachatez de colocar el logo del Gobierno de España en las cajas de las vacunas que ha gestionado la Unión Europea, mientras deja a las comunidades autónomas las medidas impopulares.
Anuncie lo que anuncie hoy, háganme caso, no se lo crean.