Luis Ventoso-ABC

  • Indiscutible: Madrid se dispara y Cataluña está pinchando tras el «procés»

Nadie te impide creer que existen unicornios con alas, alquimistas que convierten el plomo en oro o pueblos elegidos superiores a sus vecinos. Solo hay un problemilla: todo es falso. En el mundo real ocurren cosas muy raras. Por ejemplo, el dinero es enormemente medroso. A los inversores y empresarios, que deben ser una tropa excéntrica, resulta que no les gustan las barreras excluyentes, las borderías políticas y las cargas fiscales excesivas fruto de despilfarros nacionalistas. Tampoco les convence que sus ejecutivos más talentosos, fichados aquí y allá, tengan que pagar el peaje extra de integrar a sus familias en una sociedad aquejada de una cansina fijación identitaria, que complica la vida de sus hijos en los colegios y la suya propia. El dinero escapa de las pataletas del nacionalismo enfurruñado, como le pasará a Inglaterra con el Brexit y como ya le ha sucedido a Cataluña con el glorioso «procés».

Amigos catalanes: bajen de la burra. Aprovechen las próximas elecciones autonómicas para retornar al sentido común y darle una patada en el culo a una xenofobia palurda que los está arruinando. Puede que no resulten tan emotivos como los lacitos amarillos y las soflamas sentimentaloides de Junqueras, pero existen unos aburridos e indiscutibles datos. En los años setenta, la economía catalana era un 25% superior a la madrileña. Hoy Madrid ha adelantado a Cataluña, cuya desventaja se ha agravado desde los fastos sediciosos de 2017. En 2018, el PIB per capita catalán, la riqueza real de las personas, fue ya un 18% inferior a la de los madrileños. La avanzada y cosmopolita Cataluña de comienzos de los años ochenta, el faro que admirábamos todos los españoles, atraía el 30% de la inversión extranjera que llegaba a España. Ahora ha caído a la mitad. Además, en los tres primeros trimestres de este año mientras Madrid atrajo 11.700 millones, Cataluña, tan solo 1.685.

Supongo que fabular con la República independiente debe ser muy emocionante. Pero a las empresas catalanas, cuyos dueños son tan catalanes como los promotores del «procés», parece que les da pánico. A día de hoy siguen fugándose empresas de Cataluña a Madrid (433 este año hasta finales de noviembre). Desde el alegre levantamiento sedicioso han volado 3.593 compañías a la capital de España. Y eso se llama menos empleos y oportunidades en su tierra para los catalanes.

El pasado verano, la London School of Economics, que en principio no parece una universidad de Chamberí, investigó el problema. Su conclusión es sencilla: Cataluña se está quedando atrás por la fractura nacionalista. La pulsión separatista ha convertido a la comunidad en rehén de una élite cerrada, y en vez de tender puentes al mundo lanzan un mensaje de división que daña la economía.

Pero bueno, tal vez todo sean elucubraciones fachosas mías y lo mejor para el buen futuro de Cataluña sea seguir poniéndote estupendo con el resto de tus compatriotas españoles y continuar votando a ERC y al enésimo holograma de Puigdemont.