Vuelve la mentira federal

ABC 28/07/15
EDURNE URIARTE

· La verdad es que no existe más alternativa al secesionismo que la unidad de los partidos españoles y la aplicación de la ley

ES una mentira recurrente. Cada vez que se pone feo el conflicto catalán, vuelve la mentira del federalismo. Mentira que saca el socialismo con la seguridad de que no se verá en la tesitura de darle contenido concreto alguno. Porque sus votantes no piden concreciones, les basta con la ilusión de una supuesta alternativa feliz que evitará las medidas duras y el drama. De ahí este asombroso fenómeno político de una obvia mentira repetida una y otra vez con total solemnidad por los líderes políticos y sin consecuencia alguna para su credibilidad.

También repetida por algunos politólogos, doblemente asombroso, que siguen poniendo en sus encuestas el federalismo como alternativa al Estado de las Autonomías. Cuentan unos y otros a los españoles que habría una fórmula diferente tanto del Estado centralizado como del Estado de las Autonomías llamado federalismo y que tal federalismo tendría la capacidad de resolver el conflicto catalán puesto que consistiría en una tercera vía diferente al «inmovilismo» de la derecha. Si no se tratara de un argumento utilizado con toda la seriedad del mundo, todo esto sería un mero chiste, un disparate político. Pues el Estado autonómico es un Estado federal (vuelvo a recomendar a la izquierda «Los rostros del federalismo», de Roberto Blanco Valdés), y el intento de mantenerlo, de mantener este modelo federal, es lo que llama la izquierda inmovilismo.

Pero el disparate continúa y no hay más remedio que ponerse incluso a analizar en qué consiste eso que la izquierda llama alternativa federal. Por supuesto, no se sabe, como no puede ser de otra manera cuando ya vivimos en un sistema federal. Si no estuviéramos en medio de un absurdo político, podríamos discutir con cierta seriedad sobre las modificaciones que pudieran introducirse en nuestro actual modelo federal. Pero aquí viene el segundo problema, el auténtico problema de fondo. Y es que no existen modificaciones que valgan para el secesionismo catalán. A no ser, claro está, que la modificación consista en el derecho a la independencia.

Si descartamos tal derecho a la independencia, y hasta el socialismo está en contra, cuando el PSOE habla de alternativa federal, habla de una cosa y de su contraria, lógico cuando se trata de una gran patraña. Apela, de un lado, a una equiparación entre unas autonomías y otras, un federalismo simétrico que acabaría con las diferencias y privilegios, lo que sería acorde con la máxima socialista de la igualdad. Pero como tal cosa está en las antípodas de las reivindicaciones nacionalistas que pretende satisfacer, el PSOE alude también justamente a lo contrario, a una serie de nuevos poderes que se le concederían a Cataluña, comenzando por una financiación especial. Lo que, también sabe el PSOE, provocaría un conflicto de incalculables consecuencias con otras comunidades, hartas de callar frente al nacionalismo catalán.

Y todo lo anterior, la mentira federal, para evitar abordar la verdad. La verdad de que no existe más alternativa al secesionismo que la unidad de los partidos españoles y la aplicación de la ley. Ya vivimos en la alternativa federal, y hacerla aún más asimétrica no sólo no satisfaría al nacionalismo catalán sino que provocaría otra crisis por el otro lado, por el lado de esa mayoría clara que, o bien, quiere mantener nuestro modelo como está o bien quiere recentralizarlo.