Vicente Vallés-La Razón

  • Moncloa ha entrado en modo «conspiración judeo-masónica». Ve «contubernios de Múnich» en cada reservado de restaurante en Madrid

La primera derrota después de que se conformara el gobierno de coalición en enero de 2020 se produjo en las elecciones gallegas que ganó Feijóo con mayoría absoluta, y fue asumida con cierta normalidad por Pedro Sánchez. Tratándose de Galicia, ese resultado entraba dentro de la lógica (fue peor para la confluencia gallega de Podemos, En Marea de Yolanda Díaz, que tenía 14 escaños y los perdió todos). No ganar en el País Vasco frente al PNV era natural. Triunfar con suficiencia las elecciones catalanas supuso, sin embargo, una inyección de autoestima para el sanchismo, que se veía refrendado en su voluntad de «reencuentro» con el independentismo. Por el contrario, las urnas de Madrid fueron un bastonazo para la coalición PSOE-Podemos. Pero Sánchez aceptó el resultado, miró hacia dentro y consideró que el fallo era propio: acometió una profunda crisis de gobierno. No ganar en Castilla y León estaba en los planes. Pero hundirse en Andalucía, no. Y ha sido entonces cuando la autocrítica ha terminado. Ahora hay enemigos en todas partes. Estamos rodeados. Little Bighorn.

Moncloa ha entrado en modo «conspiración judeo-masónica». Ve «contubernios de Múnich» en cada reservado de restaurante en Madrid, como solía decir Podemos hasta que alguno de los suyos empezó a frecuentarlos. Ha llegado el momento en el que ya no se sabe qué hacer para solucionar los problemas y, como consecuencia, se decide acusar a los demás de provocarlos.

El presidente ha optado por hacer suya la dialéctica podemita de que el Gobierno molesta a los «poderes económicos con terminales políticas y mediáticas» que quieren acabar con la «coalición progresista». «No nos van a quebrar», advierte Pedro Sánchez, en esta nueva fase con tintes numantinos, en la que el análisis autocrítico no existe, salvo que la intelligentsia que dirige los destinos del PSOE y de España haya decidido hacerla sin que lo sepamos.

Conclusión: según Moncloa, PSOE y Podemos no levantan cabeza electoral por culpa de otros, no de la gestión que realiza el gobierno de coalición. Los psicólogos tienen un nombre para esa patología que sufre quien se siente perseguido. Ya se aprecian los primeros síntomas.