Y chics

EL MUNDO 25/07/17
ARCADI ESPADA

LOS INTELECTUALES y artistas catalanes de Juan Cruz se manifestaron ayer en El País sobre el Proceso. Todos ellos han tenido una gran influencia en la literatura, la música o el teatro español de las últimas décadas, y por lo tanto una gran influencia social. Es interesante leer lo que dicen, porque ayuda a comprender las razones de que en España esté a punto de desencadenarse una grave crisis institucional y civil. De las 15 personas entrevistadas, solo la escritora Núria Amat alude correctamente al nacionalismo, a su capacidad de manipulación y a sus mentiras, y a su tóxica responsabilidad. Los demás eluden su señalamiento. Eduardo Mendoza, siempre de broma, ay, dice incluso que el nacionalismo «es de otro tiempo y no es relevante en esta cuestión».

Es casi un lugar común de los constitucionalistas acusar a los dos grandes partidos españoles de no haber afrontado un combate intelectual y político de deslegitimación del nacionalismo. ¡Sin duda! Pero qué decir de la intelligentsia más directamente afectada por él. Lo que hoy manifiestan en el periódico es lo que han hecho siempre: contemporizar con una ideología siniestra que han contribuido a hacer pasable y hasta simpática. Lo que la gran mayoría de ellos no quiere advertir en el Proceso es, justamente, esta elementalidad radical: una parte considerable de los catalanes, liderados por un gobierno moralmente corrompido, han elegido el camino xenófobo y se niegan a convivir con el resto de españoles. Es probable, además, que esta elusión del auténtico problema esté justificada por otro rasgo característico de buena parte de los entrevistados: reconocer la implícita xenofobia nacionalista les obligaría a dejar de ser equidistantes. Porque la verdad es que el Partido Popular, o sea ¡el nacionalismo español!, no ha mostrado hasta ahora el más mínimo interés en romper la veterana convivencia entre catalanes y el resto de españoles.

Hace años, en uno de los picos de su Cordillera de los Pasos Perdidos, Andrés Trapiello explicaba el caso de un traductor de Cavafis que optó por dar en el prólogo del libro información preventiva, detallando que en el momento de escribir esas líneas estaba en una playa al lado de una mujer bellísima con la que acababa de hacer el amor.

Su histérico interés en que no los tomen por cavafis.