ALBERTO AYALA-EL CORREO

Y en esto llegó el secretario de Organización socialista y ministro, José Luis Ábalos, y, como el comandante de la canción de la revolución cubana, mandó parar. Pedro Sánchez ha vuelto a recurrir a uno de sus más fieles escuderos para intentar sofocar el incendio interno y externo que se desató la semana pasada cuando Arnaldo Otegi anunció el probable respaldo de EH Bildu al proyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2021 en una operación evidentemente coordinada con el vicepresidente del Gobierno y líder de Podemos, Pablo Iglesias.

En las próximas semanas se verá si las llamas remiten y los barones más centrados del PSOE regresan a sus quehaceres. Sería toda una sorpresa que no fuera así. Cuestión diferente es la tormenta mediática. Esa no duden que seguirá sin solución de continuidad propulsada por el PP.

Pero lo determinante de lo que estamos viviendo es que el Gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos acaricia ya la aprobación de las Cuentas. Que es tanto como decir que tendrá el camino expedito para agotar la legislatura.

Tras lo ocurrido la pasada semana lo probable es que ello ocurra con el respaldo de la mayoría de izquierdas y soberanista que apoyó la moción de censura contra Rajoy y permitió la investidura del presidente. El trabajado acuerdo PSOE-Ciudadanos se aleja, para satisfacción de Iglesias, aunque no descarten que Arrimadas y sus diputados opten por la abstención para mantener las distancias con PP y Vox, y seguir adelante con su estrategia de recentrar al partido naranja y evitar su desaparición.

El movimiento de Otegi e Iglesias pone a ERC en la senda del ‘sí’ a las Cuentas, aunque Sánchez tendrá que pagar una buena dote a la Generalitat que ahora preside el republicano Pere Aragonès. Esquerra precisa reforzar su posición de cara a los comicios catalanes del 14 de febrero. Y qué mejor que hacerlo con generosas ayudas a los sectores más dañados por la crisis del coronavirus.

Con la carpeta presupuestaria a punto de encarrilarse tocará reabrir el dosier catalán. Y eso implica reformar el Código Penal para rebajar las penas por sedición a los condenados por el fallido ‘procés’. Luego ya se verá qué pasa con los indultos.

Con Puigdemont voluntariamente apartado de la carrera por la Generalitat consciente de que hoy por hoy tiene imposible legalmente regresar al Palau, el camino parece un poco más despejado aún para el triunfo de ERC. ¿Después? Dependerá de los números que deje el 14-F. Pero aunque Gabriel Rufián ha repetido hasta la saciedad que un tripartito entre ERC, los Comunes y el PSC es inviable, no la descarten. Ni un bipartito con apoyo externo socialista.

Una fórmula de este tipo calmaría la tensión ‘indepe’ ya de por sí aplacada por la Covid y solidificaría un poco más el pacto de izquierdas en Madrid. Al tiempo.