ABC 03/12/13
EDURNE URIARTE
· Haga usted una entrevista informativa, pero no legitime al asesino, que eso es feo
Por el derecho a la información, por el interés informativo, dicen sobre la posible entrevista televisiva al asesino Miguel Ricart algunos de los mismos que acusan a Rajoy poco menos que de negociar con ETA por cumplir una sentencia de Estrasburgo. Se trata del habitual corporativismo periodístico, pero también de una muestra de las profundas contradicciones que envuelven el escándalo por la excarcelación de terroristas, asesinos y violadores. Como si la tribuna televisiva no fuera un acto de legitimación del asesino, tan grave como la manga ancha de Estrasburgo.
Porque es un exceso, porque acusa usted sin pruebas, y algunas cosas bastante peores, la ridiculización, sobre todo, es lo que tuvo que tragar Mariano Rajoy tras aquel determinante debate sobre el estado de la Nación de 2007. Determinante, porque certificó la derrota definitiva de quienes nos oponíamos radicalmente a la negociación. Así lo escribí. Cuando Rajoy exigió a Zapatero las actas de la negociación con ETA y se encontró, no sólo con el rechazo de la izquierda, lo esperable, sino con críticas de sectores de la propia derecha mediática, algunos de los cuales se encuentran ahora entre los escandalizados porque el tribunal de Estrasburgo en el que Zapatero colocó a un magistrado para derogar la doctrina Parot haya hecho lo que Zapatero prometió a ETA en aquella negociación. ¡Ah! Pero entonces Zapatero tenía el poder y exigir las actas de la negociación era un exceso, decían.
Porque hay que integrar a los delincuentes, argüían también los que se oponían al endurecimiento del Código Penal, los que defendieron durante muchos años esas breves condenas, esos beneficios penitenciarios otorgados alegremente, que ahora les escandalizan. Algunos de ellos consideran que la pena de muerte de un país como Estados Unidos es antidemocrática e inmoral, y hasta la cadena perpetua les incomoda, aunque sea revisable. Son capaces de espetarte que eres un extremista por defenderla. Pero ahora se llevan las manos a la cabeza porque los asesinos múltiples cumplan poco más de veinte años, como si lo hubiera decidido Mariano Rajoy y no la sociedad española que aprobó durante años tal legislación y se opuso a su endurecimiento. Con una buena parte de sus élites al frente, incluidas algunas de las que se rasgan las vestiduras ahora.
Por la paz, decían los ciudadanos que apoyaban mayoritariamente la negociación de Zapatero en las encuestas. Sí, eran mayoría, aunque algunos lo olviden. También añadían que no querían ningún beneficio penitenciario para los etarras, en la habitual hipocresía de estos casos, negocie usted, pero que sea todo muy limpio y moral. Como la entrevista de Ricart en televisión. Haga usted una entrevista informativa, dele una tribuna para defenderse, pero no legitime al asesino, que eso es feo.
Las generosas penas de cárcel a los terroristas y asesinos y la sentencia de Estrasburgo que las ratifica son resultado de todo lo anterior, de nuestro pasado y de nuestro presente. Es tarde para escandalizarse, y, en algunos, poco coherente.