Eduardo Uriarte-Editores

Hace años alcanzó la genialidad  una a viñeta del recordado Chumy Chumez. Se traba de un candidato en un mitin electoral ante su público…. Era aquel que decía: “!el caos o nosotros!”. Y uno del público le responde: “¡El caos!, ¡el caos!”. A lo que contesta el prócer: “Es igual, también somos nosotros”. El esperpéntico proceso político español, hoy cual otro procés, o la continuación del catalán, ha hecho realidad aquella aparentemente exagerada viñeta.

Porque resulta que sois el Gobierno. Gala hacéis de ello usando el Falcon o derrochando en viajes a cargo del Tesoro, pero sobre todo demostrando quién es el que manda. Mandáis tanto que habéis convertido el Parlamento en una prolongación del Gobierno, transformando, mutando, disolviendo, sus funciones, legislando mediante decretos, legislando por urgencia, y mal, convirtiendo las sesiones de control al Gobierno en sesiones de control a la oposición, acumulando dictámenes de inconstitucionalidad por autoritarias decisiones ante derechos fundamentales del ciudadano, etc. Es decir, anulando las Cortes, dejándolas sin función, por lo que no es de extrañar que un edificio vacío acabe convirtiéndose en una guarida de delincuentes de baja estofa.

Anulando la fiscalía, que es del Gobierno -pues eso, como dijera el felón-, invadiendo el Tribunal Constitucional, que también, supongo, creéis, como buenos populistas, que debe ser esclavo del Gobierno. Injuriando a la Judicatura, indultando a condenados por sedición y malversación, desprestigiando a la empresa privada. En definitiva, todo el que no sea de los vuestros es fascistas, hasta descubrir que el único contrapoder que queda sois vosotros mismos, es el mismo Gobierno. Os estáis cociendo en vuestra propia salsa, por eso entre vosotros también os acusáis de fascistas. Para un detallado conocimiento de la situación política e institucional José Antonio Zarzalejos recomienda hoy en El Confidencial la obra de diez ilustres y eméritos juristas: “España. Democracia Menguante”.

El enfrentamiento por la ley del si es si es la bochornosa comprobación de hasta dónde puede alcanzar la destrucción de la política por mor de la enajenación ideológica y el sectarismo totalitario. Iglesias, amigo de recordar el papel de la guillotina para degollar cabezas coronadas, debiera recordar que ésta acabó usándose contra los propios miembros del Comité de Salud Pública revolucionario. Y, es que, cuando se promueve una aventura de ruptura antisistema como la Frankenstein el asalto de las reglas de convivencia no tiene límite, aniquila a sus propios protagonistas.

Pero atención al aviso que expresa Ignacio Varela en El Confidencial. Este enfrentamiento caótico entre los dos miembros del Gobierno tiene mucho de tongo. Se trataría de la artificial imagen de distanciamiento entre los dos populismos, el más radical y el menos, para que ambos vayan a las elecciones con un cierto perfil diferenciado, encubriendo lo que es evidente, que ambos están condenados a volver a intentar otra edición, que será más radical que la actual, de otro Gobierno Frankenstein. Al fin y al cabo, es evidente que han sustituido cualquier atisbo de servicio público en la praxis política por el exclusivo interés por el poder.

¿Y el caos resultante?. No les preocupa, lo capitalizan, viven en él y de él. Al fin y al cabo, los populismos antisistema lo necesitan para aparentar que son los únicos capaces de controlarlo por el único medio posible: la dictadura. El dictador; Sánchez. El que llama a la puerta  para alborozo de sus seguidoras cual vendedora de cosméticos.