IÑAKI EZKERRA-EL CORREO

  • El mal de la derecha desde la Transición es una cultura de la bandería y el fuego amigo

Hay algo que me llama la atención en quienes culpan de la hecatombe del PP a personajes salidos de sus Nuevas Generaciones (Egea, Casado, Casero, Carromero…) y, a la vez, recuerdan el antecedente de la voladura de la UCD: que no deducen ningún nexo de causalidad entre uno y otro fenómeno. ¿Y si lo que sucede es que las jóvenes generaciones han aprendido lo peor de las viejas? Oigo a alguien que explica que «estos niñatos creen que la política es el codazo y el navajeo». De acuerdo, pero detrás de todo monstruo de Frankenstein hay un doctor Frankenstein que es más monstruoso que su criatura, aunque pasa por humano. Detrás de Casado está el quirófano de FAES donde Casado fue creado. Como detrás de Carromero está la Esperanza Aguirre que lo envió a salvar a los cubanos del castrismo con un resultado memorable, y al que ahora se refiere como a «un chiquilicuatre menos». Quien busque una expresión gráfica de la crueldad fratricida que hoy asola a nuestra derecha la hallará en esa imagen de la exlideresa exigiendo a su antiguo pupilo, con tono de madrastrona, la dimisión de todos sus cargos. Muchos menos que los que ocupó la propia Aguirre, también por designación directa, en aquella UCD cuyo derribo se ha convertido para toda la derecha española en un recurrente y chiquilicuátrico modelo. Uno es que aún recuerda un homenaje a Gregorio Ordóñez que urdió Esperanza Aguirre en 2013 contra la falta de principios del marianismo, y en el que Carromero, recién regresado de su aventura cubana, ocupaba el centro de la foto como modelo ético a imitar.

No. Los males de ese partido no se arreglarán ni con la dimisión de Casado. El PP no tendrá solución mientras no se haga un verdadero diagnóstico de su mal. Y su mal es el de la derecha desde la Transición, una cultura de la bandería y el fuego amigo, de la conspiración que ve traidores en todas partes, y la utilización de la ejemplaridad o las esencias para pulverizar al compañero de filas. De esa cultura surgieron los dos bandos del Congreso de Valencia y la propia fundación de Vox, en la que, por cierto, había varios viejos ucedistas como Quirós o Camuñas, que luego fueron depurados por Abascal. No es solo que ese mal ha dinamitado la derecha, sino que, después de dinamitarla, ha convertido todo el espacio de esta en un campo de minas intransitable.

Bien. De acuerdo. Las nuevas generaciones no solo deben ser clausuradas, sino yo diría que ilegalizadas. Ahí solo faltan, junto a Bea Fanjul, las gemelas de ‘El resplandor’. Pero el mal viene de antes. Está en los viejos de ese partido, que hoy no tienen autoridad moral porque están más quemados que la pipa de un indio. A algunos, Carromero no les deja ver el bosque.