RAMÓN PÉREZ-MAURA, ABC 07/11/13
· La visita de Mas a Israel era vista como un jordán purificador que generara una Cataluña rediviva y sin pecado.
Cabría preguntarse por qué la visita que mañana empieza Artur Mas a Israel es un problema. Sobre todo convendría que se lo pregunte el propio Mas. Cataluña es la comunidad española que más turistas israelíes recibe cada año. En torno a los 300.000. Casi todos los presidentes de la Generalidad han visitado Israel y las tensiones que cabe prever en los próximos días no se han dado nunca. Ni cuando Maragall se mofó de tantos catalanes por tomar una foto en Jerusalén a su vicepresidente, Carod Rovira, haciendo chanzas con una corona de espinas.
El 18 de enero de 2012 Israel conmemoró en la sede de la Comunidad de Madrid los 25 años de relaciones bilaterales. La representación de catalanes a los que se reconoció su trabajo a favor de Israel fue la más elevada de todas las comunidades. Entre ellos estaban Jordi Pujol y Pilar Rahola. En ese contexto, es natural que Mas crea que puede encontrar en Israel un aliado de su causa que haga ver que el aislamiento en el que se encuentra recluida la iniciativa independentista no es tal. Y, sin embargo, cabe apostar que lo que ansía no tendrá lugar.
Mas llega mañana viernes en visita privada que continúa el sabbath. Él podrá aducir así otro día de estancia en el que, si no ve a nadie, será porque en ese día los israelíes respetan la fiesta. Pero ya llevará dos días de visita. Y por fin el domingo tendrá las entrevistas técnicas en Tel Aviv y el lunes la visita política en Jerusalén. Su apuesta ha sido ser recibido por el primer ministro Benjamín Netanyahu, pero creo que tengo yo más posibilidades de que me invite Obama a cenar mano a mano a la Casa Blanca que Mas a una entrevista con el gran aliado político de José María Aznar en Oriente Medio.
Se da además la circunstancia de que la Embajada de España se ve en la obligación de estar presente en todas las reuniones que mantenga Mas con miembros del Gobierno israelí –que no serán muchas–. Desprovistos de las anteojeras que voluntariamente se han colocado, quizá los catalanes podrían preguntarse por qué es tan difícil para el presidente de la Generalidad lograr que se le abran las puertas como él quisiera. Porque lo más a lo que puede aspirar es a ser recibido por el presidente de Israel, Simon Peres –¡nada menos!–. Pero quizá a él eso le sepa a poco porque el pasado mes de junio un presidente como José Antonio Monago, que lo es de la Junta de Extremadura, fue recibido por el mismo Peres.
Y no está Mas para rebajarse a ese nivel. Así que la diplomacia israelí está hoy en ver cómo pasa este cáliz. En la huída hacia delante en la que Mas ha involucrado a todo su Gobierno, esta visita a Israel era vista como un jordán purificador que generara una Cataluña rediviva y sin pecado. Pues en lugar de eso podrían comprobar que cada vez son recibidos con más dificultad. Porque cada mañana ellos se generan un problema. Y nos lo extienden a todos nosotros.