ABC-CARLOS HERRERA

Si eso fuera cierto, Sánchez convocaría elecciones de forma inmediata. De no ser así, habrá que sospechar…

SI los datos del CIS, encuesta correspondiente a estas últimas semanas, son ciertos, no sé a qué espera Sánchez a convocar elecciones. Según el equipo de Tezanos, el PSOE estaría algo más de trece puntos por encima del PP en intención de voto, al que superaría, incluso, el partido de Albert Rivera. Jopetas. Todo ello teniendo en cuenta los escándalos de los ministros de Sánchez, la tesis del Doctor Plagio, los tejemanejes del Vicepresidente Volante y algún que otro sainete más. No habría llegado a la consideración general el detalle de anteayer según el cual Sánchez no considera adecuada la calificación de rebelión al comportamiento de los presos preventivos por los hechos del Uno de Octubre, tal como le exigió Iglesias a la salida de la cárcel de Lledoners después de negociar con Junqueras los Presupuestos del Estado que ambos abominan. Con lo acaecido anteriormente, empero, habría suficiente materia como para que la masa de cualquier país medianamente sólido abominara de sus dirigentes… pero esta es la España de hogaño.

Vamos a ver, en lugar del cuestionamiento general del estudio que se está realizando en medios diversos, planteemos una variable contemplable: ¿qué ocurriría si la encuesta respondiese ciertamente a la realidad? ¿qué consideraciones habría que hacer si el trabajo de los cocineros del CIS se atuviese al estado de opinión de los votantes españoles? ¿Qué habría que pensar si, de veras, los ciudadanos considerasen que la opción del PSOE de Sánchez es la mejor de todas las posibles? Podemos entrar en modo melancolía, podemos pensar en que existe un encantamiento colectivo o podemos colegir que la poca vergüenza de la institución no tiene límites… pero ¿y si es verdad?

Ciertamente, la opinión general, tanto de profesionales como de aficionados olisqueadores de los estados de ánimo, no coincide con los augurios de la muchachada encuestadora, pero habría que conceder un margen de veracidad a los datos que son adversos por el hecho de que más de una vez se han confundido deseos con realidad. Este es el Gobierno que preside un individuo en el que todo es falso, en el que el pasteleo con los enemigos de la Nación y el Estado Constitucional es escandaloso, en el que se negocian presupuestos y mayorías futuras con presos acusados de rebelión, en el que se rompen todos los límites posibles con la decencia política, en el que se planea un abordaje a la España nacida de la Transición del 78, en el que unos pocos ministros mantienen su posición agarrándose a la brocha y en el que se dice un día una cosa y se rectifica al siguiente sin el más mínimo atisbo de reflexión. Pero puede que eso le guste a los votantes. Es decir, hay una mayoría de españoles que no se sienten seducidos por aquellos que censuran el comportamiento de un presidente cuentista y «fake». Según el CIS, a no ser que asistamos a una escandalosa manipulación de los medios públicos, los españoles le darían la confianza de forma mayoritaria a formaciones políticas de izquierda extrema –más los correspondientes independentistas y proetarras– que vienen elaborando una política de urgencia caracterizada por cuestionar el Estado que conocemos, amén de elaborar un modelo de sociedad en la que priva el mantenimiento público de amplias bases de población en lugar de estimular la iniciativa privada de aquellos emprendedores que creen que se progresa arriesgando y creando riqueza. El mundo se divide entre los que se juegan la piel y los que sin jugarse nada quieren un sueldo seguro. Claramente dice el CIS que son muchos más los segundos. No me cabe duda de que, si eso fuera cierto, Sánchez convocaría elecciones de forma inmediata. De no ser así, habrá que sospechar… Pero no habría que desestimar la posibilidad de que la España retratada fuera la real.