- Pablo Iglesias ha dado la consigna: radicalidad. No solo contra Vox o PP. Ahora le toca también recibir a Sánchez
En frase del desaparecido Jesús Hermida, se dice, se comenta y se especula acerca de la estrategia kamikaze que Podemos ha decidido emprender. Los sondeos no son propicios para la formación morada e Iglesias sabe que Sánchez prescindirá de ellos más pronto que tarde, porque prefiere a Yolanda Díaz y su vaporoso proyecto que a los que hasta ahora han sido sus socios de gobierno. Y Pablo no perdona.
El reciente cerco a Irene Montero o la actitud del PSOE ante las ocurrencias de la ministra de Igualdad no han hecho más que reforzar su visión estratégica. Sabe, además, que una vez consolidados los presupuestos gracias a bilduetarras y separatistas, Sánchez va a dejar en un cajón la ley trans y otros asuntos que para los socialistas son más un agujero de votos que otra cosa. El lastre de ir de la mano con los podemitas le ha servido al de Moncloa para ir tirando, pero es un peso del que nadie duda que va a prescindir en los próximos meses.
¿Qué ha pensado el de Galapagar Sûr Mer? Ponerse la venda antes que la herida y pasar al contrataque, enseñando los dientes. “No puede jugar con nosotros. Si Sánchez lo cree es que no nos conoce”, cuentan que ha dicho hace poco. Por lo pronto, ha puesto en estado de alerta a todos sus recursos en redes sociales, que no son pocos. Y lo ha hecho teniendo presente el primer directo al hígado que va a propinarle al gobierno, esto es, apoyar la reprobación de Grande Marlaska como ministro del interior. Se trata de mostrar músculo y dejar claro que pueden crearle problemas al ejecutivo. Que el ex juez tiene todas las papeletas para ser cesado es más que evidente, y que si Sánchez no lo ha hecho es más por cálculo que por ganas.
Que el ex juez tiene todas las papeletas para ser cesado es más que evidente, y que si Sánchez no lo ha hecho es más por cálculo que por ganas
El presidente no quiere una crisis en el gabinete y menos a pocos meses de unos comicios en los que se juega su prestigio. Porque si a los socialistas no les van bien las elecciones de esta primavera todo el mundo entenderá que llega cojo a las generales. ¿Qué gana Iglesias lanzando un órdago de este calibre? Asustar a Sánchez y ganar puntos de cara a sus electores, cansados de tanta verborrea woke y de tanto postureo. Antifascismo, Franco y falsa moralina de todo a un euro, que es lo que vende.
Iglesias sabe, además, que muchos de sus antiguos aliados como Ada Colau se sienten más cercanos a Yolanda Díaz que a él. Como el traidor siempre ve traiciones, antes que lo apuñalen por la espalda el líder podemita ha optado por dar la primera cuchillada. Lo sustancial es cómo se podría precipitar todo con este cambio de rumbo. Podemos se sumaría a la petición de reprobación del PP por los sucesos de Melilla, que también contaría con el apoyo de los separatistas catalanes y Bildu. El silencio de Echenique respecto a este asunto demostraría que Iglesias todavía empuña el timón y nada se mueve sin su aquiescencia.
Lo sustancial es cómo se podría precipitar todo con este cambio de rumbo. Podemos se sumaría a la petición de reprobación del PP por los sucesos de Melilla, que también contaría con el apoyo de los separatistas catalanes y Bildu
Con Marlaska reprobado la jugada es doble: Sánchez y Díaz quedarían heridos severamente y Podemos demostraría que solo con ellos es posible que Sánchez continúe en la presidencia tras las generales. Que en España haya más de 46.000 empresas que han cerrado los seis primeros meses de este año para ellos es un tema menor. Que la mayoría sean PYMES o Micro PYMES, la base del tejido empresarial, debe ser baladí a sus ojos.
No era Juego de Tronos. Siempre fue un juego de sillones. Y ahí están, matándose entre ellos para ver cuanto más pueden seguir con sus privilegios. La Constitución que hoy celebramos no se hizo para esto.