Aunque decidamos, no decidimos tanto. Los que más deciden son los partidos, que son los que ponen los candidatos y van desde ahora diciendo quién va ser lehendakari si ganan. Pero no siempre es así; pueden cambiar de opinión, como en 1986, que ganó el PSE y salió de lehendakari el del PNV.
Cuando apenas se habían apagado los ecos de las elecciones generales, que a su vez fueron a rebufo de las municipales y forales, ya estamos en plenos comicios autonómicos, y dentro de unos meses en las europeas. Es un no parar. No sé quién inventó aquéllo de reclamar la libre decisión de los vascos, cuando lo cierto es que no dejamos de decidir. Un vecino francés, a la hora de ir a votar, parece que decide mucho menos que nosotros, pues vota menos y a menos instituciones, y eso que hicieron la revolución por antonomasia. Nosotros, si es por votar, y votar es decidir, decidimos un montón.
Lo curioso es que en este inicio de campaña Ibarretxe, en el que su partido personaliza la campaña de una forma llamativa, se decide por un tono bajo hablándonos de cosas normales: de igualdad para la mujer, de pensiones por hijos y de trenes. En un cambio de papeles, el que habla de gruesa política es Patxi López, «so el Árbol de Guernica», ofreciendo retoños del roble centenario, hablando de ampliar el Estatuto y de mestizaje, como si los vascos no fuéramos mestizos. Es un discurso que hubiera ido mejor acompañado con un regalo de injerto de roble cantábrico con clavel jerezano. Mientras tanto, Basagoiti hacía malabarismos con un balón.
¿Decidimos tanto o no? Si usted cree que vota al lehendakari se equivoca; es la propaganda de los partidos la que camufla las elecciones de presidenciales, creyendo llamar así su atención. El que designa al lehendakari es el Parlamento vasco, a cuyos parlamentarios sí los vota usted, dándose la paradoja de que si quienes son señalados por los partidos como candidatos a lehendakari no se presentan por su provincia, ni siquiera tendrá opción a votarlos. Lo que usted vota es la lista de candidatos a parlamentarios de un partido previamente decidida por su dirección. Ni siquiera Rosa Díez se presenta en esta campaña para ser elegida, pese a que su autobús, color rosa y con su foto, parece decir lo contrario. El que va de lehendakari por su formación es un tal Gorka Maneiro.
Aunque decidamos, no decidimos tanto. Los que más deciden son los partidos, que son los que ponen los candidatos y van desde ahora diciendo quién va ser lehendakari si ganan. Pero no siempre es así; pueden cambiar de opinión, como en 1986, que ganó el PSE y salió de lehendakari el del PNV. No decidimos tanto, siempre hay filtros y controles, de modo que lo que debe preocupar más a estas alturas no es el hecho de ir a las urnas, sino quién controla a los partidos; si es bueno que las listas sean tan cerradas; si es aceptable luego hagan lo que quieran con los votos; si no es malo que no tengamos un candidato cercano en el distrito, como lo tiene el ciudadano francés o el británico, al que cantarles las cuarenta si es necesario y condicionarle un poco, y no esas superestructuras con tanto poder, alejadas y burocratizadas, como son, a los treinta años de iniciada la democracia, nuestros partidos políticos.
Eduardo Uriarte, EL PAÍS, 17/2/2009