Juan Pablo Colmenarejo-ABC
- Sánchez no tendrá más remedio que achicar el espacio y olvidarse de aguantar estirando el chicle hasta enero del 24
ánchez sabe lo que quiere desde el instante en que salió despedido de la sede socialista de Ferraz, el primer día de octubre de 2016. Ya no necesita poner un biombo para tapar la urna como ocurrió entonces. El 40 Congreso del PSOE («Avanzamos») culmina la mutación. Sánchez, líder único e indiscutible: yo avanzo. Cuando inició la carrera, como diputado de base, lo hizo «porque el PSOE no puede ser Podemos». Seis años después, sin Yolanda Díaz no hay Gobierno y sin el tractor de Aitor, tampoco. El PNV quita y pone gobiernos en España. Que se lo pregunten a Rajoy. El portavoz peneuvista Esteban le recordó a Sánchez quien le ajusta los tornillos a Frankenstein. Dicho y hecho. El Gobierno levantó el pie del gaznate de las eléctricas como quien quita los dedos de un enchufe tras un calambrazo. Sánchez en realidad se ha fabricado un doctorado de poder. Lo que haga falta para seguir cuatro años más agarrado a una mayoría parlamentaria que vuelve a pasar por caja para cobrarse el apoyo dejando al sistema del 78 como el hueso del jamón tras ser loncheado. Los presupuestos del 22 llevan un gasto impagable, como si hubiera elecciones esta misma semana. Hagan apuestas. Sánchez convocará generales antes de las municipales y autonómicas del 23. Tras lo de Madrid, el PP se ha consolidado en el primer puesto. Si con Andalucía y Castilla y León, la próxima primavera, Casado pega otro tirón y gana terreno en la centralidad como ha hecho con el «pacto de Yuste», Sánchez no tendrá más remedio que achicar el espacio y olvidarse de aguantar estirando el chicle hasta enero del 24. En un segundo plano, tras Felipe y Zapatero, Almunia habló del rescate sin nombrarlo al plantear una segunda ronda de deuda europea tras los 140.000 millones que le corresponden a España.
Un deseo que no se hará realidad porque la socialdemocracia que sale de Valencia poco tiene que ver con la alemana y la de los países nórdicos partidarios de cobrar las deudas y gastar solo lo que se tiene y se puede. Avanzamos (yo avanzo) «hasta que nos paren» que dijo el peón-gurú.