Miquel Giménez-Vozpópuli

Señoras y señores, la canción de moda en Moncloa es, como habrán adivinado los más sagaces, aquella de Mecano que decía “Sombra aquí, sombra allá, maquíllate, maquíllate” porque nos hemos enterado que el presidente del Club Recreativo de la Siniestra tiene contratada a una asesora de imagen que se lleva al año 54.293 pavinis del ala. Ayer este diario daba la exclusiva y nuestro querido compañero Borja Negrete señalaba que eso es lo mismo que cobra un Abogado del Estado. Pura envidia, eso es lo que pasa. Porque tan solo por mesarle las barbas y acariciar el seráfico rostro de Su Pedridad habría que pagar dinero, ¡pagar!, y no cobrar. Se conoce a través de nuestra exclusiva que eso que llamamos piadosamente gobierno gasta con munificencia de conde francés calavera y forofo del fru frú del XIX unos 200 lereles por sesión de maquillaje. Ahí se maquilla todo Dios, porque la revolución será con contorno de ojos pa tós o no será.

Ojo, que este escribidor no afea la conducta a los profesionales que, oiga usté, si les pagan bien pues eso que tienen. Uno cree en la oferta, la demanda y ganarse la vida con tu oficio. Por eso lado, nada que decir. Pero hombre, Pedrín, Pedrete, Pedrote, cuando Berlusconi, QEPD, aparecía ante los periodistas más maquillado que Marujita Díaz anda y que no le dabais cera los de tu córner. Parecía que Il Cavaliere cometía pecado de leso ultraderechismo. Y no, como en la mayoría de cosas en política se trataba de pura y simple vanidad. Al vivir en una era en que la imagen – la que sea – tiene más valor que toda la obra de Montaigne los asesores de imagen se pasan la vida buscando la telegenia, el discurso facilón, lo banal, la superficie bajo la cual no hay más que la nada en su más rotunda expresión. Recuerden aquel famoso debate televisado entre Kennedy y Nixon en el que este último apareció malafeitado, con un traje que parecía que se lo habían tirado desde un ático con ascensor, mientras que el joven y apuesto candidato demócrata lucía impoluto: camisa perfectamente planchada, corbata hecha a tiralíneas, traje de corte irreprochable, pelo ondulado, rostro maquillado y una oratoria despampanante. El presidente mártir, dicen todavía muchos. Se olvidan de Vietnam, de Marilyn, de la crisis de los misiles que casi nos lleva a la Tercera Guerra Mundial, de algunas liasons peligrosas con elementos delictivos… Pero sedujo a la nación por su aspecto y su maquillaje, tanto cosmético como ideológico. Puro maquillaje nomás.

Concédeme la oportunidad de maquillarte políticamente con argumentos más jóvenes, más frescos, más florales. Y por el precio, no te preocupes

Por eso me gustaría, Sánchez de vida, que eres niño como yo, ejercer de maquillador ideológico tuyo. El que empleas empieza a cuartearse, dejando que asome tu auténtico rostro. Nada bonito, por cierto. Además, en confianza, decir hoy que darás competencias de extranjería a los separatistas golpistas para, al día siguiente, negarlo con un par de ovíparos de avestruz ya no cuela como antes. Por no hablar del maquillaje burdo que empleas, rancio y pasado de moda, cuando dices que el PP, VOX, la prensa que te critica, los que se manifiestan en contra de la amnistía, las feministas de verdad y no esas de subvención, pensión y paguita y todo lo que se menea que no controles es puro fascismo. Sé que maquillar lo de entenderte con Bildu y Puigdemont a la vez que mimar a los comunistas de Sumar es de muy mal maquillar, pero tú déjame a mí, que yo creo que todavía se podría intentar algo. Insisto, no me pidas milagros porque, además, no crees en Dios. Pero concédeme la oportunidad de maquillarte políticamente con argumentos más jóvenes, más frescos, más florales. Y por el precio, no te preocupes. Me das lo que se ha llevado Irene Montero, lo que se está llevando y lo que se llevará si sale eurodiputada y Santas Pascuas, Ay no, otra vez con referencias a la cosa religiosa. Namasté, quería decir.