Hay recambio

El viernes arrancará una campaña largamente pregonada y que será ejecutada con una acritud que se ha expresado de todas las maneras y entre todos los interlocutores posibles: entre el partido principal del Gobierno y el partido principal de la oposición. Entre el partido de Sánchez y su socio de coalición; entre el mismo PSOE y sus socios de extramuros, de estos entre sí y, naturalmente, la inquina entre el primer partido de la oposición y Vox, que va de segundo en la pelea.

Un zafarrancho, vamos. Podemos señalar que Pedro Sánchez, tan partidario de distinguir  el carácter local de los comicios del día 28 de las elecciones generales de diciembre, ahora se empieza a volcar en estas como unas primarias, como un anticipo de las generales, y está enviando a hacer campaña a todos sus ministros, incluso los que parecían tecnócratas o independientes, pongamos que hablo de Escrivá y de Calviño, que es que se la rifan. A Escrivá le toca Badajoz, aunque deberían programarle un acompañamiento de Yolanda, para que le vaya explicando en cada mitin algunos rudimentos conceptuales de esa Economía que se le escapa tanto: qué son los Ertes, qué viene a ser un fijo y qué un discontinuo. Calviño se estrenará en Valencia con pegada de carteles, Llop en Barbate y Marlasca en Rincón de la Victoria, que es un pueblo más bien pequeño, pero en el que vivió y murió el grandísimo Manuel Alcántara, a ver si se le pega algo. Margarita -está linda la mar-también va a hacer campaña a lo largo y ancho de España y, por lo que se ve, también a lo profundo, después de poner al día a Isabel la Católica actualizando su figura como “una de las mejores mujeres socialistas”.

Claro que Pedro Sánchez no lo tiene todo a su favor. Ni siquiera a los propios, que ayer le levantaban ampollas, como García Page en ABC. Sus críticos más acerbos son los que se sientan a su mesa los martes. Es curioso, porque la voz cantante en el Gobierno parece llevarla Podemos, cuyos ministros han sido los únicos que no han sido responsabilidad de Pedro Sánchez y sobre los que el presidente no tiene capacidad de remoción. La inutilidad que le puso Iglesias al frente de Igualdad ya rebasó la semana pasada los 1.025 agresores sexuales con sentencias rebajadas. Los podemitas acusan de momento a los jueces, pero ya se lo reprocharán a Sánchez, como la Ley de Vivienda y lo que sea menester. Ahí está la crítica a los avales para las hipotecas: “Son contraproducentes y puro electoralismo”, afirmación notable para ser formulada por la flor y nata del sanchismo. “Una infamia” ha calificado la boquirrubia Ione Belarra, tan desprejuiciada como suele.

Desde que apareció en el mundo el primer Gobierno comunista en 1917 no ha habido una sola experiencia que no haya sido contraproducente y se haya traducido en hambre. Electoralista no, porque no hay un solo caso de régimen comunista que llame a las urnas al personal. Ciñéndonos a Sánchez, no hay medida de su Gobierno que no tenga intención electoralista y no tenga resultados contraproducentes. Patxi cree que las campañas están para eso, para hacerse propaganda aprobando gasto en los Consejos de Ministros y promete que lo van a seguir haciendo. Guarden los datos de ahora mismo para contrastar en diciembre.