Zafiedad, sordidez e incompetencia en la emergencia nacional

JOSÉ ANTONIO ZARZALEJOS, EL CONFIDENCIAL 20/02/13

“Sería como una catástrofe bíblica” -frase redonda, titular a la medida- dijo ayer el ministro de Exteriores, García Margallo, ante la habilidad de Pilar García de la Granja cuando le preguntó qué pasaría si los papeles de Bárcenas fuesen veraces. Efectivamente, acaecería una catástrofe política, como asintieron sin palabras las muchas decenas de personas que concurrieron ayer al I Fórum Banco Sabadell/ El Confidencial en torno a la marca España, sobre la que se explayaron el seleccionador nacional, Vicente de Bosque, y el responsable de la política exterior española.

Y puede que esa catástrofe bíblica llegue, porque España no parece librarse de los malos augurios por más que desde aquí y desde allí se nos pida que transformemos la pesadumbre en optimismo y la resignación en esperanza. ¿Cómo se consigue tal mutación? Seguramente, escuchando las cosas sensatas de Del Bosque (que dio en la clave: la educación), pero no si se analizan con un mínimo de rigor los acontecimientos que en expresión de Carlos Martínez Gorriarán –alma mater de UPyD- constituyen una auténtica “emergencia nacional. Las razones de la emergencia están claras: el Estado registra síntomas galopantes de un fallo sistémico, desde la Corona a los partidos políticos. Lo peor de esta crisis por la que atravesamos consiste, sin embargo, en el pestilente ambiente en el que se desenvuelve.

La chabacanería garbancera de la España del Siglo XXI -reverdecida por una buena parte de la clase política zafia, sórdida e incompetente- es, como el olor a coles de Bruselas y a coliflor en la cocina, una agravante cualificada a la crisis.

Un ambiente de extremada zafiedad (es decir, de tosquedad y groserías) tales como las peinetas de ese protodelincuente que es Luis Bárcenas, tan tosco que exhibe ante la pobreza de millones de ciudadanos su viaje a Canadá, donde disfrutó del esquí, porque no ha habido juez que le haya impuesto una triste medida cautelar. Zafiedad en la que es reincidente Iñaki Urdangarín, que después de declararse duque EmPALMAdo(¡será cretino!) se regodea groseramente en conversación digital con Carlos García Revenga -secretario personal de las Infantas, es decir, de su mujer- relatándole cómo se va apracticar el noble deporte del ciclismo con un equipo de mujeres desnudas cuya fotografía remite al circunspecto asesor de doñaElena y doña Cristina.

Un ambiente también sórdido porque las escuchas y grabaciones entre adversarios políticos -incluso entre compañeros de partido- remite a una concepción malvada y mezquina de las funciones representativas, desata las peores pasiones e infringe el derecho a la intimidad, la imagen y, eventualmente, hasta el honor de las personas. Sordidez que aumenta con la mentira (¿quién puede creer que el PP canceló su relación con Bárcenas en 2009 cuando terminó en 2012 de pagarle un supuesto finiquito?), con el dinero sucio que lavan los hijos de un Pujol que ha dejado hecho jirones su legado político y con casos de tráfico de influencias que nos retrotraen a las peores épocas del nepotismo. Y cabe algo más sórdido que dejarse regalar avíos incluso para los hijos, como este Jesús Sepúlveda, que acumuló en dádivas hasta 500.000 euros (de los que la ministra de Sanidad, su exmujer, dijo no enterarse).

Todo ello bien condimentado con dosis extraordinarias de incompetencia –de clamorosa incapacidad para resolver cualquier problema- como la del Centro Nacional de Inteligencia que, además de no enterarse de las expropiaciones de empresas españolas por regímenes amigos, ha dejado que le coma la tostada un chiringuito de detectives (Método 3). Ahora riego por inundación: cientos de agentes pululan por Cataluña. ¿Dónde está la “mucha información” sobre estos manejos con que nos quiso tranquilizar ese portento de la política española que esJorge Fernández Díaz?

Nos gobiernan los hombres-masa que detectó Ortega en nuestro país, no los aristócratas morales, esos que el filósofo denominaba “los mejores”. Comienzan a ser personajes caricaturescos.

La historia ha admirado el estilo florentino en la política del Renacimiento porque, en su perversión, no abandonó nunca la estética; y se habla devaticanismo como una manera de desarrollar la política con formas que, aunque hipócritas, mantienen laurbanidad. La chabacanería garbancera de la España del Siglo XXI -reverdecida por una buena parte de la clase política zafia, sórdida e incompetente- es, como el olor a coles de Bruselas y a coliflor en la cocina, una agravante cualificada a la crisis. Hasta el franquismo encontró en la frase de “si no sois castos, sed cautos” para advertir a sus jerarcas sobre la necesidad de los buenos modales.

Se produce, además, en los momentos más críticos porque nos gobiernan loshombres-masa que detectó Ortega en nuestro país, no los aristócratas morales, esos que el filósofo denominaba “los mejores”. Comienzan a ser personajes caricaturescos -vuelta la burra al trigo: regresamos a la conspiración del 11-M de la mano de Arenas y del seguidismo dialéctico de González Pons- esos a los que el escritor madrileño definió así: “De querer ser a creer que se es ya va la distancia de lo trágico a lo cómico”. Quizás cuando pase esta historia de lenidad patológica absoluta -de emergencia nacional- podamos entender la improbable comicidad de lo que ocurre. Mientras tanto, vivimos la tragedia de un país que no sabe lo que es ni cree que pueda ser algo diferente que un eterno emigrante a su peor pasado.

JOSÉ ANTONIO ZARZALEJOS, EL CONFIDENCIAL 20/02/13