ABC-LUIS VENTOSO

Molestar a los americanos tal vez dé votos, pero es mala idea

Apesar de su altivez áspera y de que ante la corrupción que fermentaba bajo sus pies tuvo la agudeza visual de Mr. Magoo, Aznar fue un buen presidente, con tres logros estelares. Liberalizó la economía y entendió la necesidad de atraer capital exterior. Cambió la estrategia contra ETA, atacando su facción civil y económica, con lo que abrió la vía de agua que la hundió. Por último, buscó una alianza fuerte con Estados Unidos, que otorgó a España un lugar en el mundo que no ostentaba en tiempo. Su sucesor, Zapatero, se desentendió de la economía, pues había llegado a la ilusa conclusión de que iba sola, por lo que la cornada de 2008 lo pilló en la inopia. Frente a ETA, mudó el discurso, convirtiendo una gran victoria del Estado español en un apaño con el nacionalismo, que lo aprovechó para intentar reescribir aquella historia de terror. Por último, en política exterior abrazó raudo el antiamericanismo primario del «progresismo». Su primer gesto fue retirar las tropas de Irak, granjeándose una frialdad total de Estados Unidos, que nuestro país pagó varios años. Una majadería en caliente, motivada por tics sectarios y con pésimas formas para con un país amigo.

Ahora Sánchez, una suerte de Zapatero 2.0., con mayor egolatría y astucia maniobrera, repite gesto. Súbitamente ha retirado a la fragata española Méndez Núñez, con 215 marinos españoles a bordo, del Grupo de Combate de siete navíos que escoltaban al enorme portaaviones estadounidense USS Abraham Lincoln por el Golfo Pérsico. La razón esgrimida para romper el compromiso es la crisis de EE. UU. con Irán. El buque de la Armada española navegaba con el Abraham Lincoln desde abril y la misión de seis meses iba a concluir en octubre en San Diego, según lo firmado. Por supuesto, Estados Unidos puede defenderse de sobra sin la fragata española, por lo que la decisión debe valorarse en el ámbito simbólico y diplomático. Sánchez, marrullero pero nunca tonto, sabe que la espantada le dará votos, pues nada gusta más al izquierdista español que ponerse estupendo con la primera democracia del mundo (mientras callamos ante la barrabasadas de los regímenes autoritarios chino y ruso y las satrapías petroleras). Pero el error es grande. Se ofende gratuitamente a una potencia que todavía es la primera. Un aliado que además comparte nuestros valores, que en principio –aunque igual Sánchez ya se ha contagiado de Hispasat Iglesias– son los de la democracia occidental, y no los de la teocracia iraní, donde se pisotean los derechos de las mujeres, se persigue con saña a los homosexuales y las libertades son una utopía.

España mantiene importantes compromisos militares y económicos con Estados Unidos, que por ejemplo dan oxígeno a nuestros marchitos astilleros. Lo único que hemos logrado es trasladar el mensaje de que somos unos cantamañanas. En el mundo internacional de los adultos no se entienden las pataletas dogmáticas y adolescentes de consumo doméstico, y además Trump no es sinónimo de Estados Unidos. Errónea decisión, comunicada al estilo de la casa, con una filtración a un medio afín, mostrando de nuevo nulo respeto institucional.