JOSÉ MARÍA CARRASCAL – ABC – 08/01/16
· La formación de la Mesa del Congreso va a ser el primer gran examen de las fuerzas políticas surgidas del 20-D.
Abróchense los cinturones de seguridad porque lo que nos espera en las próximas semanas y meses va a ser de agárrate. Las elecciones del 20-D, en vez de resolver la situación, la han deteriorado al traernos un escenario más dividido y enfrentado. Los dos grandes partidos han perdido su prepotencia, los emergentes aún no la tienen y las decisiones quedan en manos de los pequeños, enrabietados, exigiendo por sus escasos votos que se acepte su agenda, lo que de entrada es un travestismo de la democracia, aparte de que ni siquiera reina en ellos la unanimidad. Para resumir: va a ser una lucha de todos contra todos, incluidos los del propio bando.
No es la primera vez que España se encuentra en esta situación. Ha ocurrido siempre en las grandes crisis. Las del 98 y la del 36, por citar las dos últimas, demostrando que a los españoles nos falta el sentido de comunidad que tienen los pueblos socialmente más avanzados. En vez de unirnos ante el peligro, nos dispersamos. No sólo eso: más de una vez nos hemos enzarzado los unos con los otros para imponer nuestra solución a los demás. No creo que hayamos llegado a eso, pero si la irracionalidad sigue creciendo todo es posible. ¿Un ejemplo? Esa propuesta de Pedro Sánchez de un pacto de gobierno de izquierda a la portuguesa, con la entrada de algún nacionalista. Cuando Portugal no tiene problema secesionista. Nosotros, sí. Y gordo. Pero impedir que gobierne el PP parece tener prioridad sobre la unidad de España para el secretario general del PSOE. Así le va y nos va.
La formación de la Mesa del Congreso va a ser el primer gran examen de las fuerzas políticas surgidas del 20-D. Aunque todas ellas declaran enfáticamente que buscan el bien general, está a la vista que lo que persigue cada grupo es su bien particular y, de paso, causar el mayor daño posible a los que considera enemigos, que son todos los demás. Lo que nos ofrece un panorama de todos contra todos incluso en las cuestiones más nimias, donde zancadillas y navajazos estarán a la orden del día, con un Congreso convertido de hecho en la oposición al gobierno que salga, no importa el que sea. Es decir, que no cumplirá su misión legislativa ni dejará al ejecutivo cumplir la suya. Ingobernabilidad se llama a esto. Que es justo lo que menos necesita un país para crecer y procurar la seguridad de sus ciudadanos.
Pero es lo que elegimos los españoles el 20-D y es lo que tenemos que aceptar. La democracia tiene estas bromas: que nos hace responsables de nuestros actos, incluidos los menos razonables, sin que podamos echar la culpa a los demás, nuestra costumbre favorita. Y la más estéril.
Habrá que seguir buscando consenso y racionalidad en nuestra política, pero, visto como están las cosas, lo más probable es que haya que volver a votar. O tal vez necesitemos volver al abismo económico y al chantaje nacionalista para darnos cuenta de que nuestros peores enemigos somos nosotros mismos.
JOSÉ MARÍA CARRASCAL – ABC – 08/01/16