Convencido de que la apuesta de la izquierda abertzale es «sincera e irreversible», Iñigo Urkullu -que tiene hilo directo con Zapatero y Rubalcaba-, se inclina a pensar que Sortu pasará el filtro en el tiempo de descuento, con fallo ‘in extremis’ del Constitucional. No oculta que habla con los líderes de la antigua Batasuna, que, según dice, le agradecen en privado su contribución a este nuevo intento de lograr la paz.
El líder del PNV, que ha hecho de la ética uno de los pilares de su discurso, recurre más de una vez al ejemplo irlandés: está convencido de que la izquierda abertzale es consciente del dolor que ETA ha provocado aunque no pueda reconocerlo aún.
– ¿Se fía de Sortu?
– No es cuestión de fiarse o no. Ellos serían los primeros perjudicados si su apuesta no fuera sincera.
– ¿Se inclina a pensar que estarán en las urnas con su propia sigla?
– Sí… Es lo que deseo. Espero que aunque sea en el último minuto el  Constitucional dé por validada la inscripción y puedan representar a la  parte de la sociedad que les quiera elegir con esa marca, no con otras.
– ¿Ve voluntad política en el Gobierno de que la izquierda abertzale concurra a las elecciones?
– Tan pronto se dice una cosa como otra. Apelo al Gobierno español para que aproveche la oportunidad.
– ¿Es su exigencia a cambio del apoyo presupuestario?
– No. Estaríamos simplificando en demasía un proceso muy complejo, que  será largo en el tiempo. Además, no planteamos nada en beneficio propio o  partidista. Éste es un bien mayor para la sociedad vasca.
– ¿Cómo interpreta la insistencia de Sortu en recalcar que cumple la ley a la vez que elude otras preguntas más comprometidas?
– Están siguiendo un guión muy disciplinado. Seguro que en su propio  colectivo habrá tensiones. Han dado un paso para deslegitimar la  violencia después de 33 años de tiempo perdido. Por eso, necesitan hacer  las cosas de manera muy controlada y subrayando lo que tienen que  decir, para que no haya matices que pongan en riesgo esta apuesta, que  yo creo verdadera.
– ¿Cree que existe una convicción ética detrás de los estatutos?
– Desde la declaración de Anoeta de 2004 -en la que ya había una  referencia a las víctimas- hasta hoy, los procesos que hemos vivido y  compartido, las rupturas de esos procesos, han servido para que en ese  mundo sean conscientes del sufrimiento padecido por las víctimas. Es muy  complicado pedir a nadie que se guíe por los mismos principios éticos  que uno sigue, pero creo que ese mundo sí es consciente del daño  provocado y, además, asume que el ejercicio de la violencia no lleva a  nada positivo, ni siquiera a ellos mismos.
– Usted, que conoce de cerca el testimonio de las víctimas, ¿entiende a quienes son reacios a hacer borrón y cuenta nueva?
– Lo entiendo, a todas y cada una de las víctimas. El paso que ha dado  la izquierda abertzale no es una victoria suya sino la consecuencia de  todo un camino de muchos años, tanto en el terreno de los principios  éticos y democráticos, como en la práctica política. Ha habido, por  ejemplo, un reconocimiento de procesos de reconciliación en otros  entornos como Irlanda del Norte. Y todo eso ha ayudado, aun cuando no lo  quieran reconocer, a sentir que somos personas y estamos hablando de  personas.
– ¿Cree que la Ley de Partidos, a la que el PNV siempre se ha opuesto, ha ayudado también?
– Es un cúmulo de factores. Además de los que ya he citado, también la  acción policial y judicial y la colaboración internacional han ayudado a  que se dé la voluntad o necesidad de dar este paso. Pero el factor  fundamental es la sociedad vasca, que de manera silente ha ido ganando  terreno en la deslegitimación de la violencia.
– ¿Echa de menos que exijan la desaparición de ETA, que rechacen la violencia del pasado?
– Tenemos que ponernos en la posición del otro. Habiendo formado parte  de un magma durante cincuenta años es muy difícil condenar la historia  anterior y admitir los errores. Lo hemos vivido en otros procesos fuera  de Euskadi. Hoy es muy difícil, pero creo que en el futuro se dará.  Cuando estén liberados de sus ataduras del pasado habrá un ejercicio de  reconocimiento del daño causado.
– ¿Comparte con Eguiguren que el lunes fue el primer día de la paz?
– La paz no empieza por la legalización sino por un cese definitivo de  la violencia. Además, ante un riesgo de no legalización, algunos podrían  tener la tentación de utilizarlo para justificar una vuelta atrás.
– Habla de ETA. ¿Tiene ese temor?
– Desconozco si el paso de la izquierda abertzale es conocido y  compartido por ETA. En todo caso, no me sorprendería, como ha sucedido  en Irlanda del Norte, que pudiera haber escisiones en la banda. Lo  importante es que el conjunto de la izquierda abertzale tenga este  compromiso irreversible.
– ¿Qué cree el PNV que debe hacerse con los presos?
– Es necesaria otra política penitenciaria. El Gobierno español sabe que  tiene colchón para ello. Habría que revisar la ‘doctrina Parot’ e  impulsar el acercamiento de los presos, que no significa reagrupamiento.  También habría que ocuparse de la situación de reclusos con  enfermedades incurables, de los que tienen cumplidas tres cuartas partes  de su condena y revisar las medidas cautelares a determinados presos  preventivos.
– ¿Ve voluntad en el Gobierno de ponerse a ello?
– Se lo he planteado una y otra vez. Son conscientes de que han de estar  atentos al contexto en el que viven. Espero que lo hagan y entendería  que no fuera de manera masiva sino gradual.
– ¿Acudirán a la manifestación del fin de semana que viene para pedir la legalización de Sortu?
– No. Estuvimos en contra de la Ley de Partidos y de la reforma  electoral, hemos hecho lo que nos correspondía y lo seguimos haciendo. A  partir de ahí, faltan 98 días para las elecciones y ya no se trata de  hacer la campaña gratis a nadie. Entiendo que ese mundo necesite  cobertura para hacer ver que van en la buena dirección. Pero eso no casa  con un proceso unilateral, cuando, además, otros hemos puesto muchos  granos de arena para que germine y culmine. Son ellos los que tienen que  hacer su camino.
– Les costará críticas.
– Las hemos recibido siempre. Me gustaría que me dijeran en público lo que me dicen en privado, aunque no espero que lo hagan.
– ¿Qué le dicen en privado?
– Hay un reconocimiento del esfuerzo que está haciendo el PNV, incluso  porque hablamos con ellos y lo decimos sin ningún pudor. Otros tienen  más reparo en decirlo. Tampoco tenemos problema en decir que abertzales  sí, pero cada uno con nuestro proyecto. No nos confundamos, todos los  nacionalistas no somos lo mismo.
– ¿Es una pose decir que no les preocupa la competencia electoral de la izquierda abertzale?
– No, en absoluto. Creo en la democracia y en la confrontación de los  proyectos. Terminemos ya de vivir con ese complejo de ser menos  abertzales porque ellos digan cada día que son independentistas. Estoy  muy orgulloso de nuestros 115 años de historia y de los últimos 37. No  tengo ningún miedo.
Nacionalistas y humanistas
– ¿No les obligará a resituarse?
– En absoluto. Eso sería revisionismo. Hemos hecho lo que como  nacionalistas, humanistas y socialcristianos debíamos. Creo en la  construcción nacional desde la construcción social, en el trabajo de  cada día desde la legitimidad de las instituciones. Sigo apostando por  la manera de ser del PNV y de lo que hemos sido hasta ahora.
– Admitirá que en Guipúzcoa pueden salir peor parados. ¿Hay distintos PNV según el territorio?
– Es que es diferente también hacer política en Ispaster o en Ortuella.  Un partido, aunque tenga flexibilidad y margen de maniobra, es el mismo  siempre que sea coherente en los principios.
– ¿Hay fecha para su próxima reunión con Zapatero?
– Hemos hablado y me he ofrecido formalmente a cruzar análisis.
– Con quien ya se ha reunido es con el lehendakari Patxi López. ¿Aprecia puntos en común en el análisis de la situación?
– Hay un aspecto que me preocupa, esa pretensión de liderazgo cuando no  hay tal liderazgo. El lehendakari no puede decir otra cosa distinta de  lo que digan el Gobierno español o el PSOE.
– ¿Aprovecharán para desgastarle intentando liderar una futura mesa de partidos?
– Lo primero que estamos trabajando es que el Gobierno sea proactivo en  la legalización de Sortu, a través de la Fiscalía o de los informes  policiales. Quiero sentarme con una formación que tenga claro cuál es su  respaldo social, no poner el carro delante de los bueyes. Si Sortu no  es legal y queremos que forme parte de una mesa, otros partidos no se  sentarán. No podemos andar con quimeras. Primero que sean legales y,  desde una habilitación parlamentaria, participemos todos, a menos que  alguno se autoexcluya.
– Pero Egibar advirtió en el Parlamento de que si López no lideraba la paz lo haría el PNV.
– El liderazgo debe ser compartido. No es ni del lehendakari ni del PNV.
– ¿No ve una evolución en el discurso del PSE?
– Sí, lo reconozco y no me duelen prendas. Pero resumir eso en que si  los tribunales los ilegalizaron que sean ellos los que decidan… Se  puede hacer algo más.
– ¿Pedir elecciones anticipadas si Sortu es legal no es insinuar que el Gobierno vasco no es legítimo?
– No, no. Y me enfada sobremanera la tergiversación del consejero de  Interior. Digo que si son legales bueno sería que en la sociedad pudiera  haber una fotografía completa de su representación en todas las  instituciones. No he dicho que el Gobierno vasco sea ilegítimo ni se  puede interpretar de mis palabras.
– ¿Exige entonces abiertamente un adelanto de las autonómicas?
– Sería bueno. Pero está en manos del lehendakari, que, por cierto, ya  dijo que no le importaría dejar de serlo si a cambio fuera posible la  paz. Invito al consejero Ares a que reflexione sobre esas palabras.
– ¿Ve un viraje en el PP vasco tras escuchar a Iñaki Oyarzábal hablar de generosidad?
– Sí, veo un avance positivo en el PP. Ojalá no se esté jugando con un cálculo electoralista.
– ¿Le preocupa el futuro de Na-Bai sin Eusko Alkartasuna?
– No. Creo que seremos capaces de volver a concitar la ilusión en los votantes de hace cuatro años.
– ¿Buscarán la colaboración de Aralar tras las elecciones?
– Aralar va conociendo poco a poco al PNV, más allá de los estereotipos  de izquierdas y derechas. Por eso el futuro está abierto y por escribir.
EL CORREO, 13/2/2011