Cuatro actores

ISABEL SAN SEBASTIÁN, ABC – 27/04/15

· El electorado ha decidido repartir el juego.

A medida que vamos conociendo encuestas queda cada vez más claro el cambio que se prepara en términos de representación política. Los españoles ya no quieren dos protagonistas únicos rodeados de figurantes, turnándose ordenadamente en escena, sino cuatro actores propiamente dichos, provistos de sus respectivos guiones, condenados a entenderse combinando flexibilidad y firmeza. Todo un reto para una democracia prematuramente envejecida, cuya salvación está, precisamente, en la capacidad que demuestre tener para hacer de la necesidad virtud y aprovechar la ocasión que le brinda este mandato.

Los porcentajes varían ligeramente de una comunidad a otra, igual que en los ayuntamientos, aunque la tónica general muestra al PP en primera posición, con un tercio de los sufragios, seguido de Podemos o PSOE, en una horquila oscilante entre el 20 y el 25 por ciento, muy cercana en su franja más baja a la intención de voto creciente que recoge Ciudadanos, cuya velocidad de penetración en el mapa político patrio carece de precedentes. En Madrid, por ejemplo, la misma empresa que clavó los resultados de Andalucía asigna 53-54 escaños a Cifuentes, 29-30 a Gabilondo, 23-24 a los de Rivera (CDs, no nos engañemos, es la marca construida por ese extraordinario animal político) y 22-23 al grupo de los coletudos. Los sondeos que manejan en la calle Génova no difieren mucho de este pronóstico y envían un mensaje claro: para alcanzar o conservar el despacho, allá donde sea posible hacerlo, habrá que alcanzar acuerdos. Una excelente noticia para los gobernados.

Es verdad que la mayoría absoluta proporciona una estabilidad que conviene a las grandes cifras económicas, pero no es menos cierto que en España se ha traducido siempre, independientemente de las siglas imperantes, en abusos de todo tipo inherentes a la ausencia de controles: corrupción, instrumentalización de las instituciones y organismos del Estado a beneficio de parte, politización de la Justicia, multiplicación de «pesebres» en los que abrevar a las propias huestes a costa de disparar el gasto público, etcétera, etcétera. La derecha siempre ha gestionado mejor y la izquierda ha mostrado una superioridad notable en el manejo de la comunicación política, pero una y otra han fallado estrepitosamente en un capítulo por el que el pueblo soberano se dispone a pasarles factura: la coherencia; la adecuación del discurso a la práctica; la lealtad a los propios principios y prédicas. Porque hay formas de robar desde el poder tan perversas como llevarse crudo el dinero del contribuyente, o más incluso, que se derivan de arrebatarle sus sueños, su ilusión, sus esperanzas… Y en eso estamos.

El electorado ha decidido, por tanto, repartir el juego entre un número mayor de jugadores, a ver si así se vigilan unos a otros. Hay quien se echa las manos a la cabeza aventurando toda clase de catástrofes, invocando el precedente de los gobiernos multipartitos conocidos en Cataluña, Galicia o Baleares. Y ese es un riesgo innegable. Tan innegable como la podredumbre resultante del monopolio socialista andaluz. La diferencia con todo lo conocido hasta ahora radica en que, por primera vez desde la Transición, los destinos de los españoles no van a depender de fuerzas nacionalistas, sino españolas. Más o menos razonables, más o menos responsables, más o menos radicales, pero españolas. Una diferencia cualitativamente gigantesca.

Hasta ahora sólo hemos conocido una cultura del pacto, consistente en ceder parcelas de soberanía a cambio de gobernar. Una variedad más próxima al chantaje que al entendimiento, causante de un problema prácticamente irresoluble en el País Vasco y Cataluña. La alternativa a ese trágala era el poder absoluto, con su corrrespondiente peligro de absoluta corrupción. El escenario que dibujan las encuestas tras las próximas generales presenta matices más ricos, que obligarán a nuestros líderes a mostrarse creativos. Esta nueva situación no constituye en absoluto un drama, sino una oportunidad de oro para la renovación.

ISABEL SAN SEBASTIÁN, ABC – 27/04/15