CARLOS DE URQUIJO-EL DEBATE
  • Invito a PP y Vox a lanzar un mensaje de resistencia y esperanza a las decenas de miles de vascos que, pese a todo, seguimos deseando no dar por perdida la batalla de la españolidad de las provincias vascas.
En mi último artículo analizaba el resultado de las elecciones al parlamento vasco del pasado 21 de abril. Repaso siempre con atención los comentarios que realizan los lectores y, tras el arrollador triunfo del separatismo, hartos del triunfo de la violencia y los privilegios fiscales, mayoritariamente se pronunciaban a favor de otorgar la independencia a las provincias vascas. Una reacción tan comprensible como injusta por muchas razones, si bien dos son las más importantes, la primera nuestra historia común y la segunda el desamparo al que nos veríamos abocados quienes, por vascos, aunque no nos sintamos como Unamuno dos veces españoles, tampoco nos consideramos la mitad.
Atendiendo a la petición de un buen amigo que, ante esta situación, me sugería lanzar una llamada de socorro al resto de españoles, planteo la siguiente propuesta a las exiguas fuerzas del constitucionalismo español en el parlamento de Vitoria. Todo el mundo da por cerrado, con razón, el pacto entre el PNV y el PSE para que Pradales sea investido Lehendakari en el debate de investidura que se celebrará dentro de unas semanas. Pareciera que una vez celebradas las elecciones, la resignación, cuando no el entreguismo, deba ser la estrategia de quienes no han obtenido la victoria en las urnas. Craso error. La alternativa debe empezar a fraguarse al día siguiente del escrutinio.
Invito a PP y Vox a lanzar un mensaje de resistencia y esperanza a las decenas de miles de vascos que, pese a todo, seguimos deseando no dar por perdida la batalla de la españolidad de las provincias vascas. La mejor manera de hacerlo es insistir en un proyecto alternativo al separatismo, un proyecto que, desde la verdad serena, explique qué somos y qué hicimos siempre los vascos, cómo forjamos España y cómo fuera de ella solo nos espera la división, la pobreza y el caos. Un proyecto, en definitiva, de unidad, progreso y concordia. La forma de hacerlo es planteando su candidatura a Lehendakari en el próximo debate de investidura.
El proyecto presentado se convertirá así en la guía para la labor de alternativa y control al Gobierno que están obligados a desarrollar a lo largo de la legislatura. Las ofertas presentadas durante las dos semanas de una campaña de nada valen si los electores valoran al finalizar una legislatura que, en los cuatro años que sucedieron a su voto, poco o nada se hizo para revalidar su confianza. Deben recordar los políticos la parábola de los talentos poniendo los pocos votos recibidos a producir, lejos de la cómoda y tentadora opción de enterrarlos. En este caso, la estrategia «conservadora» solo conducirá a su irrelevancia o, peor aún, su desaparición. Esta es pues la propuesta que dirijo hoy a los ocho parlamentarios del PP y VOX.
José María Aznar, en su libro «Retratos y perfiles, de Fraga a Bush», recordaba un consejo de su abuelo Aznar Zubigaray que he considerado siempre útil desde que lo leí allá por el año 2005. Le recomendaba que en la vida hiciera uso de las tres pes, tres virtudes que comienzan por esa letra: Paciencia, prudencia y perseverancia. En el caso vasco la última es la más necesaria y junto a ella el apoyo insobornable del resto de nuestros compatriotas. Hoy os pido que, por favor, no os olvidéis de nosotros. La reconstrucción de España, hoy en peligro, debe comenzar en aquellos lugares donde la conciencia nacional ha desaparecido como consecuencia del terror y el desamparo. Este es el gran desafío al que nos enfrentamos y es de tal envergadura que los vascos, solos, no podremos afrontarlo con éxito.