Ernesto Ladrón de Guevara: “Un profesorado identificado con el proyecto nacionalista es un instrumento de adoctrinamiento, no de educación”

ERNESTO LADRÓN DE GUEVARA – LA TRIBUNA DEL PAÍS VASCO – 10/12/16

Ernesto Ladrón de Guevara
Ernesto Ladrón de Guevara

· El más reciente Informe Pisa, que analiza el nivel educativo de los alumnos de 71 países y territorios de todo el mundo y que, en esta ocasión, también ha estudiado la evolución formativa de los estudiantes según su región de origen, revela que los jóvenes del País Vasco han retrocedido ampliamente en sus competencias educativas en las materias a examen (Matemáticas, Ciencias y Lectura) hasta el punto de que Euskadi se sitúa por debajo de la media de la OCDE y de la media española en Ciencias y Lectura.

Ernesto Ladrón de Guevara, columnista de La Tribuna del País Vasco, doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación y autor del libro Educación y Nacionalismo, con una larga experiencia en diferentes ámbitos del mundo de la enseñanza, explica en esta entrevista algunas de las razones de estos pésimos resultados obtenidos por el sistema educativo vasco.

¿En su opinión, a qué se deben los malos resultados obtenidos por los estudiantes vascos en el último informe PISA?

No puedo responder de una forma científica a esa pregunta pues habría que analizar de una manera estadísticamente comparada las variables que inciden en los resultados, y me faltan datos objetivos. Pero me arriesgo a hacer una aproximación sobre las posibles causas.

Sorprenden varias cosas. Por ejemplo, que el 67% de los alumnos evaluados pertenecen a la red concertada, es decir casi dos de cada tres alumnos. Hay que tener en cuenta lo siguiente: el extracto socioeconómico de las familias de la red concertada es mejor que el de la pública y, por lo tanto, hay un sesgo en la muestra; el País Vasco tiene, además, mucho más presupuesto dedicado a la educación en relación a la población que el resto de las comunidades autónomas y también más recursos, tanto materiales como de profesorado, y más apoyos a los alumnos con necesidades educativas. Sabiendo todo esto, los resultados nos revelan que algo no funciona. Y eso que no funciona es sistémico. Igual ahora se entiende el por qué de las reválidas y las razones de las resistencias a las mismas por quienes no quieren lograr la excelencia, supeditándola a los logros políticos.

Yo planteo que la inmersión lingüística aplicada de forma generalizada y el filtro del euskera para seleccionar al profesorado no responden a criterios de calidad y excelencia sino a planteamientos estrictamente políticos. Los fines de la educación como concepto hace tiempo que han sido suplantados por las estrategias del nacionalismo, que han impregnado el conjunto de las políticas y contaminado el servicio que se presta a los ciudadanos en los diferentes ámbitos, entre otros los de la educación. Incluso, es paradójico que el resto de los partidos hayan hecho puro “seguidismo» de los paradigmas que caracterizan al “partido guía” del País Vasco. Yo diría que sobre todo en la educación, que es un campo muy invadido por quienes quieren influir en la forma de pensar de la gente y manipular cosmovisiones sobre el mundo y las cosas.

¿Qué papel juega la política lingüística que ha llevado a cabo el Gobierno Vasco durante los últimos años en esta situación?

A mi juicio, este aspecto es clave. No se puede aplicar una política de inmersión lingüística forzada contraviniendo el contexto de la realidad social y cultural, solamente por razones de estrategia política, pues la propia Ley de Normalización del Uso del Euskera ponía restricciones en ese sentido. Más del 80 % de la población vasca tiene como lengua materna el castellano, y la lengua de uso es la misma que la materna. Todo el derroche de gasto que se ha hecho en la construcción nacional, que es la euskaldunización, con un coste elefantisiáco, no ha surtido apenas efecto, y seguimos con un uso social del euskera sin grandes variaciones respecto a hace 35 años. Y nadie se plantea evaluar la rentabilidad social de esas políticas y sus costes, mientras que existen otras necesidades sociales sin abordar en un contexto de crisis económica. Es asombroso.

En las competencias educativas, los factores cognitivos y del aprendizaje de contenidos curriculares tienen un papel preponderante. No se puede achacar a las pruebas hechas por vía digital el factor desencadenante en la caída de resultados como ha hecho la consejera de Educación. Puesto que, además, esa es una competencia evaluable y a lograr. Convendría analizar la incidencia de esa inmersión en una lengua tan minoritaria como el euskera en el descenso de los egresos educativos, en lo que se refiere a la caída en la comprensión verbal y lectora y, en consecuencia, en aquellas materias que tienen una gran incidencia en el razonamiento, que está intrínsecamente ligado a la competencia verbal, tal como describe Vigotsky en su teoría del aprendizaje.

Una comunidad tan próxima como Castilla León nos saca una ventaja de 30 puntos en comprensión lectora mientras que entre los resultados del País Vasco y el último de la escala solamente hay 15 puntos de diferencia. ¿Parece obvio, no?

¿Cómo describiría el actual estado de la educación en el País Vasco? ¿Y en el resto de España?

El problema de la educación en España tiene que ver con la politización de la educación. La evidencia de esto es que en estos años de democracia han existido ocho leyes educativas y no ha sido posible pactar ninguna de ellas con el resto de las fuerzas políticas operantes, pues se ha utilizado la educación como plataforma para modelar la mente de las gentes, no para producir un desenvolvimiento de las potencialidades humanas de los ciudadanos. La ideologización de la educación ha sido nefasta. No hay más que ver que la Ley Moyano que en su tiempo, 1857, fue innovadora y avanzada, y duró una centuria gracias a que ningún partido y todos a la vez fueron sus artífices. 

Partiendo de este paradigma, con este caos legislativo vigente en, al menos estos veinte últimos años, no ha sido posible dar continuidad a ningún plan con un mínimo recorrido temporal, sin favorecer, por tanto, los proyectos educativos de los centros ni darlos una proyección en el tiempo. A eso debemos añadir el alto grado de inestabilidad de las plantillas del profesorado, con un alto índice de  interinidad  que no ha favorecido el desarrollo de esos planes educativos. Habría que  preguntarse sobre las razones de fondo de esa interinidad (>40 %). Y a esto se suma la alta ideologización política del profesorado en el País Vasco, que no ayuda a plantear soluciones realmente pedagógicas, sin contaminación.

¿Qué responsabilidad tiene el profesorado en estos pobres resultados? ¿Tienen los adolescentes vascos los mejores profesores?

A esto respondo con una idea muy gráfica. ¿Qué educación puede dar un profesorado que ha apoyado o condescendido, en muchos casos, con el terrorismo y la extorsión de ETA?  Es verdad que no es mayoría, pero hay un alto componente de subversión de valores en una parte del profesorado vasco. Y en ello tienen que ver mucho los sistemas de selección por la vía de una euskaldunización politizada. Ha habido una criba indudable en la selección el profesorado, pues los  partidos políticos dominantes han considerado que un profesorado identificado con el proyecto nacionalista es un instrumento de adoctrinamiento, no de educación. Veamos lo que está ocurriendo ahora mismo en Navarra. ¿Por qué las prisas en la euskaldunización del sistema? Quieren a toda costa dar una vuelta completa a la situación del sistema educativo navarro.

Analicemos qué sindicatos son los más votados por el profesorado vasco y saquemos consecuencias.  Un profesorado sin formación humanística es como un cirujano sin bisturí.

Algunos analistas acusan al sistema educativo vasco se ser una gigantesca herramienta de adoctrinamiento nacionalista, ¿cree usted que esta apreciación es correcta?

Sin duda. Lo dicen los mismos programas y textos nacionalistas en su axiología educativa. El adoctrinamiento forma parte del ADN nacionalista. Sin esa siembra de material cognitivo que va conformando y modelando la cosmovisión de las generaciones, tergiversando la historia, mediante el currículo oculto, la utilización sentimental para impregnar el ideario nacionalista en los niños, con  las interacciones personales profesor-alumno y una sutil, y, a veces burda,  transmisión de ideas que nada tienen que ver con la educación y sí con el adoctrinamiento;  sin esa lluvia fina que lo impregna todo en los contextos educativos, no sería posible la expansión de la idea secesionista.

No hay más que ver el empeño que están poniendo en ciertas comunidades, sobre todo en Navarra, por dar un cambio copernicano a los paradigmas educativos.  Si la educación fuera un servicio público aséptico y neutral, todo iría mejor.

¿Qué futuro educativo espera a los jóvenes vascos?

Partiendo de las respuestas anteriores, yo diría que los jóvenes vascos tienen un mal futuro educativo. La educación tiene como uno de sus objetos principales el de formar ciudadanos libres, capaces de tener sentido crítico de las cosas y de analizar sus realidades envolventes, emancipados como personas capaces de forjar un proyecto de vida de forma constructiva y responsable para contribuir al desarrollo de las sociedades sin romper con su pasado. Si esto no existe, los individuos se convierten en personas manipulables y alienadas.

En su opinión, ¿qué cambios deberían hacerse en el sistema educativo vasco para corregir la actual situación?

Solo se pueden producir cambios en el sentido de dar a la educación lo que le pertenece si se despolitiza la educación, si los agentes educativos se desideologizan y el profesorado se selecciona con criterios de excelencia y no de instrumentalización política. Miremos hacia Finlandia, donde el profesorado es el factor casi exclusivo de la excelencia de la educación, o a Japón o Singapur. Solamente si se deja que el sistema educativo cumpla su función sin intromisiones sectarias de interés político, éste cumplirá su objeto y propósito.

Y en ese sentido habría que reforzar el criterio de utilizar la lengua materna como vehículo, aunque solamente sea en el aprendizaje de la lecto-escritura y el afianzamiento de esa lengua de forma culta. La lengua no solo es un vehículo de comunicación sino una herramienta de transmisión cultural, y, en este sentido, hay que elegir no solamente la lengua materna sino aquel canal que forma nuestra capacidad cognitiva de mejor forma.

El pensamiento y la capacidad para aprender tienen mucho que ver con el mecanismo para formar conceptos que utilicemos. Cuanto más pobre sea esa herramienta más deficitaria será nuestra capacidad para desarrollar construcciones hipotético-deductivas. La UNESCO y otros organismos internacionales y expertos internacionales nos dicen que la lengua materna ha de respetarse en el ámbito educativo. Incluso los nacionalistas, antes de llegar al poder reivindicaban, este concepto.