ETA intentó 50 años «barrer de Euskadi» a los «españolistas»

ABC 06/01/15

· La Guardia Civil y la Policía acreditan que muchos dirigentes de la banda no han respondido por todos sus crímenes

ETA ha sido derrotada policialmente. Lo han verificado las Fuerzas de Seguridad y lo reconocen, en sus documentos internos, los propios terroristas. Una realidad que desautoriza a quienes desde el frente nacionalista auguraron durante décadas que nunca se vencería a la organización criminal por la vía policial, todo ello para defender la negociación y sacar rédito político. Lo cierto es que el 20 de octubre de 2011 ETA anunció el «cese definitivo de su actividad armada» con la Constitución, el Estatuto de Guernica y la Ley de Amejoramiento de Navarra plenamente vigentes.

Sin embargo, los expertos antiterroristas advierten de que con su intento de «vender» el cese de la violencia como un gesto de buena voluntad que requeriría contraprestaciones por parte del Gobierno, la banda busca impunidad y también, blanquear medio siglo de genocidio. Derrotada ETA, pues, la Policía y la Guardia Civil libran ahora la batalla contra la impunidad de los terroristas. De los que aún permanecen libres y de quienes, en prisión, aún no han hecho frente a muchos de sus crímenes. En sendos documentos, fruto de décadas de investigación y mucho sacrificio –195 guardias civiles y 147 policías nacionales asesinados–, ambos Cuerpos aportan a la Justicia, en el marco de la causa abierta contra la banda por genocidio por el juez de la Audiencia Nacional, Javier Gómez Bermúdez, pruebas concluyentes que acreditan que numerosos excabecillas ya están en libertad cuando aún no han depurado responsabilidades por crímenes por los que ni siquiera han sido juzgados.

José Luis Álvarez Santacristina, «Txelis», emblema de quienes abogan por la figura del arrepentimiento sin el requisito de la colaboración con la Justicia, formó parte durante cinco años del «comité ejecutivo» –«zuba»– de ETA. En este período de tiempo la banda asesinó a cientos de personas. Él participaba en la toma de decisiones junto a Francisco Múgica Garmendia, «Pakito». Y personalmente controlaba la adquisición de armas en el mercado negro internacional. No colabora con la Justicia, pero sí se ha mostrado dispuesto a colaborar con iniciativas del Gobierno vasco a favor de la superación del conflicto. El exetarra Kepa Pikabea, «Larrun», es pionero de la llamada «vía Nanclares». Se dice arrepentido pero que no colabora. No sufre «amnesia», como Valentín Lasarte, pero esgrime que volver al pasado no sirve para nada y, encima, le afecta psicológicamente. Hace un año, sí, admitió su autoría en un atentado que, precisamente, acababa de prescribir. Un documento que la Policía francesa incautó a «Larrun» proponía cometer atentados como el de Hipercor e intentar otros que en su día fallaron, como el secuestro de la Duquesa de Alba: «¿Por qué las acciones que se llevaron a cabo (…) en los años 86, 87, 88 (Empetrol, Campsa, Hipercor…, La Vaguada, el arresto de la Duquesa de Alba, ejecuciones de altos empresarios… no ha tenido continuación?». En otro documento dejaba clara la estrategia de ETA: en el País Vasco, liquidación del «españolista» y dejar a salvo al nacionalista; en el resto de España, no hay límite.

El brazo político de la banda
Una de las conclusiones a las que llega la Guardia Civil en su informe es que todos los «comandos» y «aparatos» quedan «reducidos a la condición de mero instrumento de una cúpula directiva, el «comité ejecutivo, que decide qué hay que hacer, cuándo hacerlo y cómo hay que hacerlo». En resumen, que los «Txelis», Pikabea, «Potros», «Ternera»… deberían responder de todos los atentados de sus pistoleros mientras estuvieron en la cúpula.

En el informe de la Comisaría General de Información, se aportan pruebas de que el papel que adoptaron los dirigentes de Batasuna, no solo en los «años de plomo», sino mucho más recientemente, no se limitó a apoyar, justificar o enaltecer el terrorismo de ETA. Fueron mucho más allá. El batasuno José María Olarra se dedicó a predicar la «socialización del sufrimiento», diseñada por ETA como amenazas a los «españolistas». Los informes también recuerdan que era a Batasuna y organizaciones comunes a las que correspondía emprender una campaña de linchamiento social contra potenciales objetivos para que después los «comandos» las remataran. O tomar el relevo de la estrategia político militar durante las treguas tácticas.

TXILLARDEGI:
«Utilizad todos los medios, sin excluir ninguno»

Ya en 1964, en lo que ETA denomina su «primer manifiesto nacional», anterior a sus primeros asesinatos, la banda terrorista dejaba muy claro que «el que no está con el Pueblo Vasco y su Resistencia, está en contra de aquél y de ésta», y establecía una alternativa que luego intentó cumplir a rajatabla: «Son abertzales los que colaboran con la Resistencia Vasca; los que se oponen a ella o la boicotean, serán barridos».

Dos años antes, en su primera asamblea, de mayo de 1962, la organización criminal ya había hecho su primera advertencia en este sentido, que se recoge en un documento titulado «Principios»: «ETA proclama que el Pueblo Vasco tiene los mismos derechos que asisten a cualquiera otro pueblo a su autogobierno y afirma que para la consecución de éste se deberán emplear los medios más adecuados que cada circunstancia histórica dicte». De esta forma, según los analistas de la Comisaría General de Información, la banda fijaba «dos elementos relevantes de cara a su futuro: en primer lugar, la reivindicación del derecho a decidir del pueblo vasco y, en segundo lugar, el recurso para conseguirlo a los medios más adecuados, sin excluir ninguno». Pero el documento incluía, además, el tercer objetivo, que era el socialismo.

Y en otro documento posterior, de finales de 1963 y titulado «La guerra revolucionaria, insurrección en Euzkadi», la banda criminal habla expresamente de la «fuerza de las armas»

JOSÉ MARÍA OLARRA:

En julio de 1995, el batasuno José María Olarra declaraba a Egin: «Nos va a tocar sufrir, pero ese sufrimiento lo vamos a compartir con ellos»; «cuando sufran lo que nosotros estamos sufriendo, quizás se replanteen muchas cosas». Era la «socialización del sufrimiento», cuya primera expresión fue el asesinato de Gregorio Ordóñez en enero de ese año.

SANTI POTROS:
Responsable de la muerte de 115 personas

En el tiempo en el que Santiago Arróspide Sarasola, «Santi Potros», estuvo al frente del «aparato militar», ETA asesinó a 115 personas. Entre los atentados que ordenó figuran los más sangrientos: Hipercor (21 muertos); Plaza de la República Dominicana (12), además de Príncipe de Vergara (5)… La amplia documentación incautada en la fábrica Sokoa reveló que «Potros» firmaba hasta con cuatro alias los recibos correspondientes a la financiación de los «comandos liberados». Prueba del poder que acumulaba en ETA en 1987 es que tras su detención la Policía francesa se incautó de un listado de 400 miembros de ETA. No hubo tiempo de detener a todos por la premura. Pero aún así, en una redada llevada a cabo en Francia cayeron de golpe más de un centenar. De ellos, 55 fueron entregados a España por el procedimiento de urgencia absoluta. Pero la información siguió dando frutos años después.

TXELIS:
el «arrepentido» que indujo a cientos de asesinatos

José Luis Álvarez Santacristina, «Txelis», emblema de quienes defienden la figura del arrepentimiento a cambio de nada, perteneció al «comité ejecutivo» de ETA entre enero de 1988 y marzo de 1992. En este período de tiempo, la banda perpetró más de 600 atentados, que incluyen cientos de asesinatos, según constata la Guardia Civil.
Por ejemplo, se acredita que participó en la decisión de que se cometieran atentados contra casas cuartel (en busca de ataúdes blancos), de secuestrar a Emiliano Revilla, acabar con la vida del catedrático Broseta…
«Txelis» mantuvo estrecha relación con el traficante Francois Wolf, porque supervisaba la compra de armas en el mercado negro internacional. También redactó los comunicados en los que ETA reivindicaba los atentados. Apenas tres días después, prueba de que tenía conocimiento previo de que se iban a cometer.

EZPELA:
Pidió «más T-4» poco antes de la rendición

La actual dirigente Iratxe Sorzábal, «Ezpela», propuso que ETA perpetrara más atentados como el de la T-4, con el que la banda reventó el «proceso de paz» de Zapatero. También defendió acciones terroristas en Francia y contra dirigentes del PNV, pese a que hasta entonces la organización criminal había descartado ambos supuestos.

Y lo hizo durante el debate interno llevado a cabo por la banda entre 2007 y 2009, que desembocó poco después en el cese definitivo de la actividad terrorista. Fue la propia Sorzábal, junto con David Plá, «Mintxo», quienes leyeron el anuncio, lo que acredita que la decisión de dejar de matar fue forzada por los golpes policiales. Resulta inverosímil que quien por primera vez plantea asesinar a dirigentes nacionalistas, en apenas dos años pase voluntariamente a decidir, también por primera vez, dejar las armas para siempre.

«Ezpele» ha sido considerada por los expertos antiterroristas como una «dura entre las duras». Desde que se incorporó al «zuba», en 2007, ETA perpetró numerosos atentados, con nueve personas muertas. Hubieran sido más, pero en 2010 la banda comenzó con su dinámica de treguas indefinidas que desembocaron después en el cese definitivo. Entre noviembre de 2012 y febrero de 2013 se trasladó a Oslo junto a «Ternera» y Pla esperando infructuosamente una representación del Gobierno para negociar.

Idéntica postura mantenía Izaskun Lesaka, «Ane», detenida en octubre de 2012. En un documento arremetía contra quienes proponían presentarse a las elecciones generales de 2008. «Este tipo de decisiones no se adecúan a la línea de confrontación y tensionamiento que tenemos que llevar adelante (…) Exijo la dimisión, al menos, de los responsables de esta decisión (…) En este momento teníamos que conseguir el nivel más alto de confrontación, con nuestra actividad política y actividad militar».