Querido Fernando…

JOSEBA ARREGI, EL CORREO 28/02/13

· Te enfadarías al escuchar cómo políticos cuya tarea es atender a las víctimas de una violencia que hasta los ejecutantes llaman política tratan de ubicar el problema en el plano de la ética.

Todavía recuerdo la última vez que tuve la oportunidad de hablar contigo. Coincidimos entrando al Parlamento vasco y charlamos sobre la reclamación de los nacionalistas de que el Gobierno central transfiriera la gestión de la caja de la Seguridad Social, y tu idea de que preferirías que tu pensión estuviera garantizada por los vascos, por los españoles y por los europeos. A los dos días alguien quiso que no llegaras a la edad de poder cobrar la pensión, porque pensó que matándote conseguiría algún fin político.

Hace no muchos días la Fundación que lleva tu nombre y que preside tu viuda, Nati, celebró, como todos los años, un acto de homenaje en tu nombre y en el de Jorge. Son muchos los que se acuerdan de ti, especialmente tu viuda y tus hijos. Algunos te recordamos muchas veces, y además de recordarte echamos en falta tu capacidad de argumentar, tu racionalidad, tu claridad en las ideas y en la exposición de las mismas, especialmente en estos momentos de desbarajuste mental generalizado que, probablemente, te pondría los pelos de punta.

Hoy me he acordado de ti de forma especial al leer los periódicos. A ti te arrebataron la posibilidad de que pudieras vivir estos momentos y de enterarte así de las cosas que se dicen, de las revueltas que dan algunos para no decir lo que no quieren decir, pero dar la sensación de que dicen algo parecido, de cómo ahora lo importante son los gestos y no las palabras claras, para constatar que falta radicalmente la capacidad de argumentar con claridad y de expresar con claridad las ideas.

Hoy aparece citado el presidente del nuevo (o viejo) partido Sortu con unas palabras que me han hecho recordarte. Según un periódico ese presidente, a la pregunta del periodista Dani Álvarez de si la violencia de ETA ha servido para algo, contesta diciendo: yo creo que más que hablar de la violencia de ETA tendríamos que hablar del conflicto como tal, en todo su conjunto –matizó Arraiz–. Yo creo que la Historia nos dirá y pondrá a cada cual en su sitio cuando todo esto acabe… A partir de ahí –de que ETA ha sido consecuencia del conflicto– el desarrollo que cada vertiente de la violencia política ha tenido en este país creo que todavía es demasiado pronto para poder valorarlo.

En otro medio de comunicación se dice que el presidente de Sortu, Hasier Arraiz, afirma que es «demasiado pronto» para valorar la violencia practicada por ETA. Y me he preguntado si este señor quiere decir que es demasiado pronto para decir que tu muerte fue un asesinato político, como le escuché alguna vez a tu viuda gritar con toda claridad: mi marido no ha dado la vida por nada. La vida se la arrebató ETA y él lo que quería era vivir! Pero para los nuevos héroes aún es demasiado pronto para llamar a las cosas por su nombre, para llamar asesinato a lo que hicieron contigo y con Jorge.

Decir que es demasiado pronto para reconocer que la violencia terrorista de ETA ha producido víctimas asesinadas es afirmar que ya no importan, ni ellas ni sus familiares, que no serán los verdugos y sus acompañantes necesarios, los que acaparan casi en su totalidad los cargos del nuevo (o viejo) partido los que reconozcan los asesinatos cometidos, sino la Historia la que diga si fueron eficaces para alcanzar la independencia. Y si lo fueron, tu asesinato tendrá todo el sentido de la Historia –y algunos pretenden mantener relaciones normales con este partido nuevo, pero muy viejo–.

Tú, que aborrecías las trampas lingüísticas, te revolverás en la tumba leyendo que la violencia del Estado, legítima cuando se somete al derecho y sin la que no existe Estado, y la violencia de ETA son consecuencia del conflicto. Tú, que valorabas al responsabilidad de cada uno, te sentirías espantado viendo cómo en el caso de la violencia de ETA nadie asume responsabilidad alguna de sus acciones, de sus ayudas, de sus legitimaciones.

Andamos desvariados, querido Fernando. Especialmente en estos momentos en los que ETA ha sido forzada por el Estado de derecho a renunciar al ejercicio de la violencia terrorista, el desbarajuste conceptual se ha adueñado de la mayoría de las mentes en la sociedad vasca. Desde quienes quieren pasar página, mirar sólo al futuro sin darse cuenta, o dándose demasiado bien cuenta, de que con ello están negando tu existencia como víctima, como la de Jorge y tantos cientos de víctimas de ETA: sois el pasado y no tenéis derecho a perturbar el idílico futuro de reconciliación y paz que nos prometen los responsables de toda esta historia de terror.

Pero, siendo todo esto muy grave, se le añaden otras miserias no menos graves. Responsables políticos, pues son cargos políticos del Gobierno vasco, alguno nuevo, otros ya bien curtidos en la tarea porque han ocupado más o menos el mismo puesto que ocupan ahora en la legislatura anterior y en algunas otras anteriores, eluden la política y plantean su tarea en un campo más allá de la política, en el campo de la ética y de una religiosidad difusa.

Y pienso, y no creo que me equivoque mucho, que te enfadarías sobremanera al escucharles cómo siendo políticos y teniendo como tarea la atención a las víctimas de una violencia que hasta los propios ejecutantes de la misma y sus acompañantes necesarios denominan violencia política, tratan de ubicar el problema, la cuestión o como quieran llamarlo, en el plano de la ética, cuando se trata de un problema profundamente político: que unas personas agrupadas en una organización política y, según ellos, militar llevan a cabo asesinatos en nombre de un proyecto político, reclaman que los presos por haber cometido esos asesinatos políticos tengan la consideración de presos políticos –que no lo son, pues están presos por cometer crímenes de motivación política, más graves por ello–, pero los políticos encargados de la materia se sitúan fuera de la política, en el plano ético y casi religioso.

¿Qué quieren esconder? Creo que es la pregunta que les harías, querido Fernando.

JOSEBA ARREGI, EL CORREO 28/02/13