Tirol del Sur: una desnacionalización lograda

ANTONIO ELORZA, EL CORREO – 07/10/14

Antonio Elorza
Antonio Elorza

· El 21 de j ulio pasado fue inaugurada en Bolzano (Tirol del Sur/Alto Adige) la exposición sobre la historia de la ciudad desde su ocupación en noviembre de 1918, precursora de su incorporación a Italia un año después, y el final de la Segunda Guerra Mundial. En principio, nada tiene de extraño en el contexto de conmemoraciones de la Gran Guerra. El propio título de la muestra revela ya, sin embargo, cierta incomodidad: BZ ’18-’45, modo de evitar las denominaciones en conflicto, Bozen en alemán, Bolzano en italiano, gracias a que ambas llevan b y z. Pero sobre todo es que la exposición se celebra en el ámbito del Monumento a la Victoria, erigido en 1928 por Mussolini para celebrar el ingreso del Alto Adige en la italianidad.

Para los tiroleses, y para una porción de demócratas italianos, el Monumento a la Victoria es algo así como el Valle de los Caídos, un trágala incompatible con la democracia. Emplazado al otro lado del río, presidiendo los barrios construidos en los años 30 para la multitud de italianos inmigrantes, con sus correspondientes edificios oficiales de impronta fascista, se enfrenta literalmente a la vieja ciudad germana cuyos contenidos políticos y culturales vino a aplastar.

La persistente conflictividad ha sobrevivido. El ayuntamiento de coalición entre centro-izquierda y autonomistas tiroleses había acordado llamar a la gran plaza frente al monumento ‘de la Paz’, pero un plebiscito ciudadano restauró el nombre de plaza de la Libertad: las tres cuartas partes de la población de Bolzano es hoy italiana, solo algo más de un cuarto germano-hablante. En tales circunstancias, ponerse a contar con rigor histórico la historia de la ciudad en la fase de italianización forzosa tenía algo de heroico, y nada tiene de extraño que en la exposición abunden las cautelas. Tal vez la más sensible es no haberse detenido en la brillante progresión de la ciudad en el largo período en que fue regida, entre 1895 y 1922, por el liberalnacional tirolés Julius Perathoner, que conservó el puesto bajo soberanía italiana, hasta que en octubre de 1922 tiene lugar la Marcha sobre Bolzano. El fascismo ocupaba el poder.

Los organizadores de la exposición han sabido conjugar dos componentes de difícil engarce: el análisis de la desnacionalización/italianización puesta en marcha desde la llegada al poder de Mussolini, con su incidencia sobre la organización de la ciudad, y a partir de su construcción, el papel ascendente del Monumento a la Victoria, hasta la caída del fascismo. Un epílogo asimismo significativo fue la transitoria conversión de Bolzano en instrumento directo del nazismo, entre septiembre de 1943 y el fin de la guerra; ahora el lugar de la memoria es otro, ya que tiene lugar la instalación de un ‘lager’.

La transformación en profundidad de Bozen en Bolzano por el fascismo es recogida con toda precisión en el recorrido de la muestra. Como en todo el Tirol del Sur, con el fascismo entró en escena un barrido general de los elementos autóctonos, desde el nombre de las calles a la italianización de los nombres, pasando por la toponimia. El artífice de la desnacionalización fue aquí el geógrafo Ettore Tolomei, un hermano espiritual de nuestro Sabino Arana, que desde principio de siglo se había empeñado en recuperar lo que llamaba –y aún se llama- Alto Adige, por el nombre del río, según hiciera ya Napoleón en 1810-1813. Todos los nombres fueron vertidos al italiano, unas veces aprovechando la contigüidad, Pustertal en Val Pusteria, otras a favor de una iglesia de San Cándido para rebautizar Innichen y, en fin, como se pudiera: un campamento romano ilocalizable determinó que Sterzing pasara a ser hasta hoy Vipiteno (ahora, en bilingüe). Y como para Sabino, toda identidad enemiga debía ser proscrita, caso del nombre Tirol.

Los maestros de alemán fueron expulsados, así como la enseñanza de la lengua –que sobrevivió en la ‘escuela de las catacumbas’–, y hasta la estatua de la plaza principal, dedicada al poeta Walther von Vogelweide, hoy plaza Walther, acabó por ser derribada. Fuera elites autóctonas: no hubo Universidad en Bolzano hasta 1997.

La llave maestra de la desnacionalización fue, sin embargo, la programada industrialización que en los 30 llevó a crear una ciudad italiana de inmigrantes frente a la germana. El contraste es aún visible para el visitante y para el observador: solo unos pocos votan en Bolzano al partido autonomista tirolés, el SVP, mayoritario indiscutible en zonas rurales. El Monumento a la Victoria (de 1918) fue el símbolo de esa inversión. En aplicación de las ideas de Mussolini, el arquitecto Piacentini intentó hacer, no un monumento clásico con elementos fascistas, sino un ‘verdadero monumento fascista’, con las columnas reproduciendo el emblema del lictorio, bajorrelieves de la victoria, bustos de los mártires e inscripciones celebrando la victoria de la civilización latina sobre los bárbaros». Frente a la fachada principal, una columna evoca las gestas triunfales del régimen: Libia, África Oriental, España. Resulta fácil estimar que la inserción en la historia semejante panfleto arquitectónico no ha sido fácil, ni estética ni ideológicamente, para la comisión integrada por los profesores Andrea de Michele, Hannes Obermair y otros especialistas.

Los días de los atentados terroristas en torno a 1960, precursores de ETA, han quedado lejos. Aunque puesto en cuestión por el 20% de voto autóctono radical, los ‘Freiheitlichen, de extrema derecha, el Partido Popular de Tirol del Sur (SVP), de extracción democristiana, controla la provincia autónoma, con notables privilegios económicos y culturales. La identidad cultural permanece en los dos tercios de tiroleses, la pertenencia a Italia no corre peligro. Como prueba la exposición BZ ’18-’45 se ha alcanzado un equilibrio favorecido por el bienestar.

ANTONIO ELORZA, EL CORREO – 07/10/14