Tres heridas

IGNACIO CAMACHO, ABC – 09/11/14

· Cataluña representa la ruptura territorial; Podemos, la ruptura política y la corrupción, la ruptura social.

Apunto de cumplir su tercer año de mandato el Gobierno ha empezado a notar la desagradable sensación de que el cumplimiento de su principal y casi única prioridad, la estabilización económica, no le funciona como factor de satisfacción ciudadana ni como agente de equilibrio político. Y ello no sólo porque la recuperación está amenazada por el nuevo estancamiento europeo ni porque la objetiva mejora no logra activar con suficiente potencia el motor del empleo, sino porque el país se desangra por tres heridas menos líricas que las del poema de Miguel Hernández.

El problema catalán estaba en la agenda pero el marianismo no contaba, en su deliberada diástole política de la legislatura, con la aparición inesperada de un cuadro crítico de corrupción y el consecuente surgimiento de un catalizador electoral –Podemos– del malestar acumulado. La situación amenaza con un colapso orgánico del Estado y hasta del sistema, una situación inédita en esta democracia que corre el riesgo de fracturarse por tres puntos de ruptura.

Cataluña representa la ruptura territorial; Podemos, la ruptura política y la corrupción, la ruptura social. El Gobierno ha desactivado a medias la primera oleada secesionista en torno a la consulta catalana, reducida por vía legal a una pantomima burlesca, pero no sabe cómo contener el crecimiento de las otras dos zonas críticas. Lejos de amainar el temporal de escándalos, no pasa semana sin que surja uno nuevo para comprometer la credibilidad del esfuerzo por regenerar la vida pública. Y cada episodio de deshonestidad o de abuso, chico o grande en su escala cuantitativa, engorda la bolsa de expectativas de voto del partido de Pablo Iglesias y precipita el peligro de una sacudida de hartazgo que empuje hacia el poder su proyecto radical. La deflación de las alternativas de reformismo moderado como UPyD o Ciudadanos, engullidas por la oleada rupturista, hace temer un vuelco electoral que dé alas a la aventura de una refundación extremista.

Ese triple peligro comienza ya a afectar a la reputación de España como nación capaz de salvarse a sí misma. Los circuitos de valores financieros vuelven a desconfiar de la marca española al observar graves grietas de inestabilidad a corto y medio plazo. La cuarta economía del euro se recupera mejor que el resto pero el país tiene problemas de cohesión estructural, sufre una corrupción endémica en el partido del Gobierno, en el de la oposición y en la nomenclatura dirigente y corre riesgo de caer en manos de una especie de posmoderno comunismo populista.

Demasiada zozobra para parecer solvente. Se hace imperativo un golpe de timón para que las instituciones recuperen la iniciativa y el prestigio. Si la Corona ha sabido darlo es la hora de continuar del Rey abajo. Esto no aguanta. O se encuentran soluciones de medicina regenerativa o la gente va a ir a buscarlas a los curanderos.