Yo sí soy patriota

EDURNE URIARTE – ABC – 15/09/15

· La defensa apasionada de la unidad de nuestra nación no es propia de paletos provincianos o de incultos extremistas, sino de patriotas cosmopolitas.

Yo soy patriota. Me siento muy española, me gusta la bandera nacional, me emociono cuando escucho el himno, me identifico con esa gran comunidad política y cultural que formamos los españoles y me preocupa enormemente la amenaza a la unidad de nuestra nación. Soy patriota y soy cosmopolita, y que me disculpen los lectores la aclaración de esta obviedad.

Hablo varios idiomas, leo cada día la prensa española y la de varios países del mundo, podría vivir en Buenos Aires y en Lisboa, mis ciudades preferidas, tan bien como en Madrid, pero me gustan igualmente San Francisco o Miami y otros muchos lugares que no he tenido el privilegio de conocer, tengo amigos de varios países, me gusta ver mis películas preferidas en versión original, escucho jazz y bossa nova, me identifico con los defensores de la democracia y de la libertad de cualquier lugar del planeta, sean iraquíes, ingleses, marroquíes o mexicanos, y, cuando discrepo de mi gran amiga Silvia, no lo hago porque ella sea una argentina de origen polaco, judía y que vive en Buenos Aires, sino porque ella es de izquierdas y yo de derechas.

Y sí, en España, aún tenemos que aclarar que se puede ser patriota y cosmopolita y que la gran mayoría lo somos. Que la defensa apasionada de la unidad de nuestra nación no es propia de paletos provincianos o de incultos extremistas, sino de patriotas cosmopolitas que, precisamente por serlo, conocemos la importancia enorme de la unidad de la nación para nuestra estabilidad política y nuestro progreso. Y quiero recordarlo ahora que se vuelve a escuchar a los tibios habituales con aquello de que ellos rechazan todas las banderas, los himnos y los patriotismos.

Que no quieren la independencia de Cataluña, pero tampoco les gusta el patriotismo español porque ellos son cosmopolitas y se sienten incómodos con los «excesos de unos y de otros». Ya saben, lo de las dos partes y los sofisticados y moderados de la mitad. En este caso, en la mitad de las «amenazas», del Gobierno, se entiende, y los «victimistas», los nacionalistas catalanes. Ejemplo de estos tibios ha sido el artículo de la cineasta Isabel Coixet la semana pasada («El día de las marmotas», El País, 11 de septiembre), tan representativo de ese progresismo acomplejado y temeroso de defender el patriotismo.

«Perezoso», descripción de Coixet, con la patria española, pero no con otras muchas cosas, claro está, porque esta misma directora hizo un entusiasta documental hagiográfico de Baltasar Garzón, ese mismo exjuez condenado que acaba de recibir una nueva acusación del Tribunal de Cuentas de Colombia por cobros irregulares en aquel país. Ay, pero a Coixet se le quita la pereza con Garzón y otras «causas». No con la defensa de la unidad de España, que eso no le parece progresista. Si te descuidas, lo puede encontrar hasta franquista, ya ha salido algún progresista con esa cantinela.

Con nuestra élite cultural así de «perezosa», se entiende que los catalanes que se sienten españoles se queden en casa mientras los nacionalistas salen en tromba a manifestarse. Son bastantes más que los nacionalistas (en mi blog, «Los españolistas son mayoría») pero no lo parecen. Una buena parte de sus líderes y referentes intelectuales les han enseñado a sentir vergüenza de su patriotismo, a callar y a esconderse.

EDURNE URIARTE – ABC – 15/09/15