«La próxima, en San Mamés»

Es lo que gritaba ayer en tono jocoso una de loe que usó el micrófono. La concentración de Bilbao supera las previsiones y reúne a más de mil personas ante el teatro Arriaga. El Movimiento 15M y la ‘spanish revolution’ se han colado en las portadas de los principales rotativos extranjeros.

Cuando el pasado domingo la plataforma ‘Democracia real ya’ se concentró frente al Ayuntamiento de Bilbao, eran «cuatro gatos». Cuando el movimiento se trasladó un día después a la plaza del Arriaga, la ‘camada’ de jóvenes ‘indignados’ aumentó hasta «veinte gatos». Y ayer fueron más de un millar los integrantes, de diferentes edades, de la concentración que reivindicaba en la capital vízcaína «una revolución moral y ética que recupere el sentido de responsabilidad ciudadana». Los acampados en el ‘botxo’ aseguran haber abierto incluso delegaciones en diecisiete países.

«La próxima, en San Mamés», gritaba ayer en tono jocoso una de las decenas de personas que guardaron ordenada cola ante un modesto micrófono para mostrar su descontento por «un sistema que ha dejado de representar al pueblo». Otro llegó a confesar que por miedo a las multitudes aplazaba su intervención día tras día y que ayer tuvo que lanzarse ya al ágora «porque cada jornada hay más gente». «Esto se nos ha escapado de las manos», opinaron poco después. Todavía desconocían la resolución de la Junta Electoral Central, que veta todas las concentraciones hasta después de los comicios.

Gente de distinta procedencia y estética conformaron este espontáneo movimiento ciudadano. Desde alternativos -con ‘uve’- hasta abuelos con ‘sonotone’, que llegaron allí cuando sus oídos recuperaron la forma tras un paso por el stand de promoción que una empresa de audífonos precisamente colocó en las inmediaciones. «Y no cerca de Ajuria Enea o La Moncloa, donde están los verdaderos sordos», según apostillaba una madre ciclista que viajaba con su bebé en la ‘baby-parrilla’.

‘Despierta pueblo’ rezaba un lema dibujado con más o menos acierto en una camiseta que cubría la ya cansada espalda de un anciano en recuerdo de sus tiempos de revolucionarios allá por mayo del 68, «más o menos». Bilbao parece desperezarse de una somnolencia que le sumía en su condición de «contribuyentes siempre y votantes cada cierto tiempo», según explicó el sexagenario.

Sueldo garantizado

Uno tras otro, con orden aleatorio, saltaron al micrófono ciudadanos anónimos, sin nombre, aunque sí condición expresada ante la audiencia, para mostrar lo que provocaba su indignación: «Soy funcionario y tengo el sueldo garantizado, pero no puedo callarme más». «Tengo que denunciar el reparto endogámico que se hace con el dinero de todos en educación, con la complicidad de los sindicatos», aseguró un profesor. Precisamente es la educación una de las culpables de «lo que ahora padece la sociedad». «No se nos enseña a cuestionar, a ser librepensadores», se atrevió a gritar vía megáfono una joven.

Todos coincidieron en señalar a los políticos como culpables, pero también fue momento de la autocrítica. «Hemos perdido el sentido de la responsabilidad de ciudadanos», añadió otra persona. Porque el problema «es que nos creemos que no podemos hacer nada», dijo el siguiente que buscaba lograr despertar conciencias en el estrado.

«Es hora de que los indignados recuperemos nuestra dignidad», «lo que nos une son los sueños», «hay que buscar una nueva manera de hacer democracia. Aún está por inventar. Lo lograremos con el respeto de todos», «estamos haciendo historia», «hay que tomar conciencia y actuar», fueron los incansables mensajes que volaron sobre el duro piso de la plaza del Arriaga.

Pero los ‘indignados’ también son conscientes de que existe un peligro: «Que una vez se acabe con el granjero, nos ataquemos los unos con los otros como en ‘Rebelión en la granja’ de George Orwell». Pero mientras tanto es hora de demostrar que «el pueblo se ha levantado». También en Bilbao.


La ‘spanish revolution’ cruza fronteras

El Movimiento 15M y la ‘spanish revolution’ se han colado en las portadas de los principales rotativos extranjeros, que hablan de movilizaciones juveniles y de frustración, y las comparan incluso con las recientes revueltas en los países árabes. «Si ha funcionado en El Cairo o en Saná, ¿por qué no va a ocurrir en Madrid?», se preguntó el diario milanés ‘Il Corriere de la Sera’.

El parisino ‘Le Monde’ también llevó la información en portada con la frase: «Los jóvenes españoles, en la calle para pedir que se les tenga en cuenta». En sus páginas recogió las críticas de los manifestantes a la clase política y al bipartidismo y destacó que «en España son raras las movilizaciones de masas», ya que desde el inicio de la crisis «solo hubo una manifestación para protestar contra los recortes del Gobierno».

En Reino Unido, ‘Financial Times’ dejó un hueco también en su primera para titular: «Las protestas españolas se extienden». El rotativo hizo referencia al «nerviosismo» del PSOE ante la «aparente pérdida de votos de los jóvenes».

Similar fue la cobertura del alemán ‘Frankfurter Allgemeine Zeitung’, que resaltó la concentración en pleno centro de Madrid de manifestantes «contra el Gobierno, la oposición y los banqueros» en vísperas de las elecciones.

Al otro lado del océano Atlántico, la acampada en la Puerta del Sol acaparó la portada de ‘The Washington Post’, en la que se explicaba que los manifestantes «desafiaron la prohibición de la junta electoral» y mantuvieron su protesta. El rotativo norteamericano concedió a la protesta la fotografía más significativa de su portada y contó en su interior que, pese a la presencia policial, no se intervino para desalojar los campamentos. También ‘The New York Times’ dedicó un espacio a los ‘indignados’ y a su decisión de seguir concentrados pese a la prohibición decretada por la Junta Electoral.

El mayor diario argentino, el bonaerense ‘Clarín’, titulaba: «Madrid: los indignados desafían a la Policía y continúan en la plaza», en alusión a la Puerta del Sol. En la información, alude a este movimiento como «una protesta alternativa contra las duras consecuencias sociales de la crisis en España».

EL CORREO, 20/5/2011