Quién teme a la abstención

El fantasma de la abstención amenaza a los partidos tras el giro inesperado en los acontecimientos provocado por las acampadas sociales de los ‘indignados’. El 15M recuerda al PSOE la necesidad de movilizar a sus bases, mientras el PP busca seguir con el viento a favor y el PNV pelea voto a voto.

El fantasma de la abstención amenaza a los partidos tras el giro inesperado en los acontecimientos provocado por las acampadas sociales del 15M. La ola de ‘indignados’ sigue extendiéndose desde Madrid en un fenómeno que se desconoce cuándo parará. Las movilizaciones han pillado por sorpresa a los partidos, que ahora analizan su posible influencia en el resultado electoral ante la hipótesis de que esto sea algo más que una contestación pasajera.

El movimiento ‘Democracia Real’ ha modificado el guión. Paradójicamente, el Gobierno y el PSOE, que debían ser los más interpelados por esta protesta como responsables de la gestión en España en los últimos ocho años, son quienes más abiertamente han empatizado con esta corriente alternativa. Las únicas posibilidades del PSOE pasan por evitar una alta abstención, aunque no está claro que este ‘mayo español’ pueda reportarle votos. Y es que, a diferencia de lo ocurrido tras el 11-M, la reivindicación es muy genérica, y va más dirigida contra la incapacidad del sistema para resolver la crisis que contra una fuerza concreta, como el PP en aquel 2004.

Pero el recuerdo del vuelco electoral sufrido entonces por Rajoy está quitando el sueño a los populares. La movilización en las calles rompe la monotonía y placidez con las que Rajoy se estaba conduciendo en estos quince días, con todo el viento a favor para asestar a los socialistas un mazazo, preludio del golpe de gracia que se reservan para las generales. En vísperas de la campaña para el 22-M, los socialistas confiaban en haber frenado la sangría de votos (entre dos y tres millones) que, tras su criticada gestión de la crisis, se había ido a la abstención, a la izquierda del PSOE, e incluso al PP. De ahí que uno de los objetivos del partido de Zapatero era reanimar la movilización en sus filas, entre las que no estaba calando esta vez la consigna del ‘miedo a la derecha’.

Los socialistas saben que es muy difícil que se repita la baja abstención del 24,67% de las generales de 2008, que dieron el triunfo al todavía presidente. Pero aspiran a una movilización de última hora -a la espera del impacto del 15M- que permita conservar algunos de los feudos en riesgo, como Castilla La Mancha, y edulcorar la previsible derrota en España.

También el PSE está apelando a la movilización, con el lehendakari a la cabeza, consciente de que las bases nacionalistas vascas suelen ser más fieles. Este dato preocupa sobre todo en Álava, donde la fuerza de Bildu es menor y tanto la Diputación como Vitoria se van a decidir en un puñado de votos.

Tasas del 35-40%

Dejando aparte las elecciones europeas, que registran una participación catastrófica, las tasas abstencionistas en Euskadi han aumentado en el último lustro, pasando de porcentajes del 30% en 2005 a cifras que parecen ya estabilizadas en torno al 35-40% en las últimas citas electorales, una barrera que los partidos no pueden permitirse el lujo de superar.

El PNV también combate la abstención, aunque sea desde otros parámetros. Markel Olano no quiere que ningún nacionalista vasco se quede el domingo en casa y facilite las cuentas de PSE-EE y PP. Y ante el previsible buen resultado de Bildu en Gipuzkoa, necesita movilizar al electorado abertzale pragmático que defiende tanto el derecho a decidir como las grandes infraestructuras. En esa pugna anda metido Hamaikabat, que está echando el resto a través del boca a oreja en todos los barrios y pueblos.

Aralar busca frenar las fugas hacia Bildu, que es el partido que menos teme la abstención, convencido de que tras años en la clandestinidad los electores de izquierda abertzale reaparecerán en masa sobre la ola del nuevo tiempo y la tregua de ETA. Será difícil que repita los históricos resultados de Euskal Herritarrok en 1998, en pleno apogeo de Lizarra, pero en Gipuzkoa los partidos comienzan a pertrecharse ante un eventual chaparrón de votos para la coalición.

Las calculadoras de PNV, PSE y PP están ya preparadas, convencidas de que la entente de EA, Alternatiba e independientes no podrá alcanzar pactos con los grandes partidos. Gipuzkoa y Álava pueden estar interrelacionadas a la hora de establecer un reparto que no deje grandes damnificados entre peneuvistas, socialistas y populares. Sólo falta que las sorpresas que deparen las urnas sean las justas. De lo contrario, en la noche del domingo puede vivirse otro revolcón político como el que estos días acampa en las plazas.

EL DIARIO VASCO, 20/5/2011