Si algo bueno han traído con certeza las últimas elecciones europeas es que han supuesto una verdadera estocada para el Plan Ibarretxe, ya bastante maltrecho por el ninguneo mediático que acarreaba la táctica nacionalista de apartarlo y sustraerlo de esos medios para anestesiar a la sociedad y adormecer el debate.
A esa ausencia mediática se añade ahora el hecho de que el voto constitucionalista ha superado al nacionalista en esa última consulta electoral. Podrá objetarse que las europeas no son un fiel baremo de la vida política ni en el País Vasco ni en ninguna parte y que ha habido un gran índice de abstención que no se produciría en unas autonómicas. Pero, teniendo todo eso en cuenta y esquivando cualquier triunfalismo, también es cierto que el PNV no va a arriesgarse a intentar un referéndum sobre su plan secesionista si existen serias posibilidades de perderlo. Quizá Arzalluz o el propio Ibarretxe podrían atreverse a ese órdago sin cartas pero el sector de Imaz es más cauto y sabe que el daño de una derrota semejante no se quedaría en el propio plan únicamente. Hace unas semanas Egiguren daba por hecho que ese referéndum no llegará antes de dos años aunque no explicaba con qué datos contaba para hacer esa afirmación. Con los resultados de las europeas no necesitamos ya las dotes adivinatorias de Egiguren para tranquilizarnos. Tranquilizaría saber cuál va a ser su oferta de reforma y que exigiera al PNV que, antes de reformar el Estatuto, se limite a cumplirlo. ¿De qué nos sirve a los vascos tener competencias en medios de comunicación, una Euskal Telebista con dos canales y una Radio Euskadi si se usan para el adoctrinamiento político y si para ellas no existen locutores ni guionistas ni espectadores reacios al sueño de la construcción nacional? ¿De qué nos sirve tener la competencia de Cultura si aquí se les cierran las puertas a quienes hacen la cultura más competente? ¿De qué nos sirve que nos hayan transferido Turismo si los turistas echan a correr por miedo a los tiros o las bombas? ¿De qué nos sirve poder organizar nuestra política educativa si de ella salen auténticos maleducados políticos que llaman «enemigo» al adversario y esgrimen un cóctel molotov como argumento? ¿De qué nos sirve tener la transferencia del orden público si públicamente reina el desorden y no están garantizados nuestros derechos empezando por el de la libertad de expresión? ¿De qué nos sirve tener una policía autonómica si no detiene a quienes atentan contra nosotros y si no nos protege cuando nos manifestamos cívicamente? ¿De qué nos sirve tener un consejero de Interior que no tiene relación con el mundo exterior? ¿De qué nos sirve tener una Hacienda Foral si están permanentemente amenazadas las haciendas de los que pertenecen a tal partido o foro? ¿De qué les sirven a nuestros empresarios las ventajas fiscales en los impuestos si existe un impuesto revolucionario? ¿De qué nos sirve tener un Concierto Económico si económicamente sólo reina el desconcierto?
Iñaki Ezkerra, LA RAZÓN, 25/6/2004