«El integrismo ha crecido ante la pasividad de Occidente»

El catedrático de Ciencia Política Antonio Elorza así lo aseguró ayer en Madrid durante la presentación de ‘El nuevo terrorismo islamista. Del 11-S al 11-M’, elaborado junto a su colega Fernando Reinares.

«El integrismo ha crecido ante la mirada pasiva de los Gobiernos occidentales». El catedrático de Ciencia Política Antonio Elorza así lo aseguró ayer en Madrid durante la presentación de ‘El nuevo terrorismo islamista. Del 11-S al 11-M’, elaborado junto a su colega Fernando Reinares. Ambos académicos, y otros expertos que han participado en la obra, subrayan que sin la estrecha colaboración de los servicios de inteligencia occidentales será muy difícil derrotar a Al Qaeda. ¿Por qué la masacre terrorista del 11 de marzo en Madrid? ¿Qué relación tuvo con los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos? ¿Quiénes son los fundamentalistas islámicos que instigan y ejecutan estas atrocidades? ¿Se está beneficiando Al Qaeda de lo ocurrido en Irak? A éstas y otras cuestiones trata de responder el libro El nuevo terrorismo islamista. Del 11-S al 11-M (Temas de Hoy), coordinado por los catedráticos de Ciencia Política Antonio Elorza y Fernando Reinares, y que cuenta con capítulos escritos por expertos de otros países.

Durante la presentación del libro, ayer en la fundación José Ortega y Gasset, en Madrid, Elorza criticó la «pasividad» de los Gobiernos de Occidente ante el crecimiento del fenómeno integrista, y añadió que lo que se necesita hacer es «complejo, pero no misterioso». Al igual que Rohan Gunaratna -director de investigaciones sobre terrorismo del Instituto de Estudios Estratégicos de Singapur y redactor de uno de los capítulos- Elorza señaló que es fundamental la cooperación entre los servicios de espionaje de los diferentes Gobiernos -incluidos los de «Marruecos, Argelia y los demás del norte de África», subrayó Gunaratna- pero hizo hincapié en que es fundamental «controlar las mezquitas para que se expanda el islam moderado».

«Sólo desarrollando una respuesta plurinacional y multidimensional, y en la que las distintas agencias de inteligencia colaboren estrechamente, se puede derrotar a una organización como Al Qaeda. Si los servicios de seguridad no fomentan una mayor infiltración en el entorno terrorista, Al Qaeda y sus células asociadas seguirán siendo invisibles para ellos», añadió el experto.

Concluyó que en España, del mismo modo que en otros países europeos, «las autoridades no hicieron mucho caso a las actividades de Al Qaeda porque el dinero que aquí se recaudaba se empleaba para las guerras en Afganistán, Argelia o Chechenia». A su juicio, además de las medidas policiales, es necesario «tender puentes» e influir en los sectores musulmanes que ya viven en la sociedad española.

Cuarta oleada
David Rapoport, autor de uno de los capítulos del libro, destacó que la actual es la cuarta ola terrorista que padece el mundo desde 1880, después del terrorismo anarquista de finales del siglo XIX, el anticolonial y el izquierdista de los años sesenta. «Incluso si la cuarta oleada sigue pronto el camino de sus tres predecesoras, es muy probable que inesperadamente emerja otra causa inspiradora de esperanza, como ocurrió otras veces en el pasado», ironizó.

La obra dedica también un capítulo al riesgo de un ataque de Al Qaeda al ciberespacio, una posibilidad que pone los pelos de punta al presidente del Centro de Investigaciones Sociológicas, Fernando Vallespín, quien participó en la presentación. «Pueden atacar lo que constituye el pilar fundamental de la sociedad de la información», dijo Vallespín.

Como tampoco es alentadora la convicción que expresa el profesor francés Oliver Roy, quien asegura que «los Estados de la Unión Europea pueden ser contemplados por Al Qaeda como legítimos campos de batalla».

¿Y por qué atentaron en Madrid el 11-M? Reinares, que no estuvo en la presentación, explica la causa fundamental: «Afirmar que los ataques son una represalia por el envío de tropas a Irak es una gran simplificación. Lo hicieron porque España es un país occidental en el que jueces y policías tratan de impedir que Al Qaeda disfrute de refugio y cobertura».

EL PAÍS, 25/6/2004