Mañana se cumplen 40 años de la primera manifestación legal del 1 de Mayo celebrada en España. Los sindicatos habían sido legalizados el 1 de abril del año anterior. El día en que se cumplían 38 años del último parte de guerra de Franco, «cautivo y desarmado, etcétera», las Cortes españolas, aún franquistas, aprobaban la Ley reguladora del Derecho de Asociación Sindical que legalizaba las centrales sindicales, lo que en el lenguaje de la época venían a llamarse «los sindicatos de clase».
Era un paso importante en la recuperación de las libertades. Ocho días después de la legalización de los sindicatos, el 9 de abril, el Consejo de Ministros legalizó al Partido Comunista, dando lugar a la primera crisis que sufrió Adolfo Suárez, abierta por la dimisión del ministro de Marina, Gabriel Pita da Veiga como protesta. O sea que los partidos y los recién legalizados sindicatos se aprestaron a celebrar su primera manifestación, que no pudo ser. Al Gobierno de Suárez le pareció que aquello iba demasiado rápido y prohibió las 42 manifestaciones convocadas por toda España.
Los manifestantes salieron y los policías antidisturbios cargaron. Hubo heridos y cientos de detenidos, pero los sindicatos se tentaron la ropa y se cuidaron muy mucho de convocar una huelga general, pese a las tentaciones. Según explicó Marcelino Camacho: «No entraremos en el juego de la provocación que justificaría la presencia de un Pinochet en nuestro país». Faltaba exactamente mes y medio para las elecciones de las que habrían de salir las Cortes constituyentes.
Las centrales sindicales tuvieron que esperar un año para manifestarse con todas las de la ley. Y las ciudades españolas amanecieron todas rojas de banderas, como escribió aproximadamente Rafael Alberti, con los manifestantes llevando en el pecho un clavel rojo, flor tan llena de promesas desde que tres años antes fuera el emblema del 24 de abril en Portugal.
Ha corrido mucha agua bajo el puente desde entonces. Los sindicatos se hicieron con el poder político durante las dos legislaturas en que gobernó Rodríguez Zapatero.Eso era algo que no pasaba en los viejos tiempos.Nicolás Redondo rompió la disciplina de voto en 1985 y abandonó su escaño. UGT y CCOO convocaron una huelga general contra el Gobierno de Felipe González el 14 de diciembre de 1988. Eso no volvió a pasar. Un colaborador de mi blog, Belisario, explicó la razón de que los sindicatos hubieran permanecido mudos durante todo el zapaterismo, mientras el número de parados rebasaba los tres, cuatro, cinco y seis millones: les habían explicado que no es de buena educación hablar con la boca llena.
Desde entonces, los sindicatos han experimentado un lento pero incesante declive, que ha aumen
tado desde que decidieron sumarse al procés, abrazaron la causa del derecho a decidir y las banderas rojas se transformaron en señeras y los viejos sindicalistas adoptaron como eslogan: «Ahora nos toca a nosotros». Después de todo, Pujol ya tuvo su momento. Ara es l’hora, catalans.