Ignacio Marco-Gardoqui-EL CORREO
Le reconozco que me ha costado mucho, pero puedo anunciarle, con gran alegría, que por fin he entendido lo que significa hacer un gobierno de progreso para investir a un líder progresista que presenta un programa progresista. Recapitulemos. La iniciativa la lleva Pedro Sánchez, un político que fue derrocado por los líderes de su partido y encumbrado después por las bases y cuyos planes han sido criticados en público por la parte del PSOE con mayor experiencia de gobierno y quizás deberíamos decir también que con mayor sensatez, pero esa es una opinión claramente subjetiva. Compartirá las arduas tareas del gobierno con un partido de inspiración comunista, lo cual es una originalidad en la Europa del siglo XXI, que aboga por eliminar la Monarquía y cuyo ‘número tres’ en el Congreso por Madrid proponía aplicar a Felipe VI la misma terapia que Lenin utilizó con el Zar Nicolás II.
También quiere crear un banco y una empresa energética públicas, limitar la presencia privada en los medios de comunicación y su líder alaba, o alababa, al chavismo a quien prestó sabios consejos para no perderse en su impresionante deriva. No es todo. Para conseguir la investidura negocia la abstención de ERC, un partido cuyo líder ha sido condenado por sedición a 13 años de cárcel y que todos los días pares, con gran intensidad, y todos los impares, con gran entusiasmo, se aplica en denostar la Constitución y ya de paso al propio Estado. Pero, ¿quién se toma en serio y da importancia a las sentencias del Tribunal Supremo, cuando todos sabemos que son meros accidentes en el brillante camino hacia el poder? Además, ya nos han dicho que a quien de verdad hay que aplicarle un cordón sanitario es a Vox.
Por si fuera escasa la ración de progreso, necesita también los votos del PNV aquejado -justo ahora que al Estado se le ve débil, de una fuerte fiebre reivindicativa que le lleva de manera muy oportuna a regar con gasolina el fuego territorial que abrasa al país-, y no le vendrían mal los votos de Bildu, con quienes se retrata acaramelada la presidenta de Navarra. ¿Es sensato empezar a conceder títulos de nación antes de definir en qué consiste y que derechos concede serlo y cuántos obtendrán tamaño honor? Sensato no sé pero progresista es un trecho.
Como verá, todo es muy esperanzador. ¡Ah! ¿Qué quiere usted saber que piensan de las pensiones, de la crisis que se asoma por el horizonte, de la evolución del empleo, de la situación del déficit, del contenido de los presupuestos? Pues como comprenderá todavía no han tenido tiempo de pensar en esos detalles, ocupados como están en lo importante, que es repartirse sillones y organizar mesas de diálogo. Progresistas, por supuesto. Además, lo puede adivinar fácilmente. En el gobierno progresista habrá de todo y para todos. Y todo al mejor precio. Así que no busque algo mejor y no hace falta que compare pues no lo hay. Hay cenizos que opinan que esto es y será un desastre. Pero, ¡qué sabrán ellos del progreso!