Conocerse los acuerdos a los que ha llegado ERC con el Gobierno de Sánchez y desatarse todas las críticas contra el partido secesionista catalán ha sido todo uno. Por su afán de intervencionismo en comunidades ajenas. Pero el responsable de la reforma fiscal exprés será el que ha aceptado las exigencias. ERC pide y Sánchez concede. Los independentistas catalanes han conseguido eliminar cualquier control de Hacienda como al que estuvieron sometidos cuando el Gobierno de Rajoy les sometió a un marcaje financiero. Pero la baza que exhiben como un trofeo es el compromiso del Gobierno a promover una reforma tributaria para que Madrid deje de favorecer a sus contribuyentes. Cataluña es la comunidad que más castiga a sus ciudadanos con los impuestos. Y en vez de liberarlos de ese ‘infierno fiscal’, sus responsables pretenden extender la política confiscatoria a otras comunidades como Madrid. Que es a donde han huido los ciudadanos (catalanes y de otras comunidades) que buscaban un desahogo financiero. En vez de rebajar su presión fiscal, ERC pretende obligar a la Comunidad de Madrid a que recupere el impuesto de patrimonio bonificado al 100 por cien. El PNV entendió perfectamente hace meses que el proceso debería tener el recorrido inverso. Por eso, en tiempo electoral, explicó que quería suprimir el impuesto de Patrimonio en Bizkaia y Álava para evitar la fuga de dinero vasco a Madrid. Aunque ahora se ponga a la cabeza de la manifestación de los socios más progresistas con los que puede contar Pedro Sánchez.
Habrá que ver si esa medida de intervención en una comunidad no vulnera el estado de las autonomías y no acaba siendo una medida inconstitucional. ¿Aceptaría ERC que otra comunidad interfiriera en sus cuentas? ¿O el PNV que otro socio del Gobierno de Sánchez metiera las narices en nuestros fueros? De nuevo el PNV puede pronunciarse en un sentido y su contrario (los impuestos en Madrid). Porque la armonización fiscal está concebida para las autonomías sin régimen foral y, por lo tanto, no afectaría al País Vasco.
Pero detrás de ERC está Pablo Iglesias. Si Sánchez ha amarrado cabos con los de Junqueras y Otegi, además de la entente que ya tenía con el PNV, es porque su vicepresidente segundo está marcando la hoja de ruta. Un plan que va más allá de los Presupuestos. Son alianzas de futuro. Por eso el mismo Iglesias que consigue recuperar su papel de controlador en la gestión de los fondos europeos, tras un amago de desplazamiento por parte del presidente del Gobierno, marca su territorio con los aliados. Sus elegidos. Con Bildu, que quiere «derribar el régimen» dando clases de democracia sin condenar la trayectoria terrorista de ETA, y con ERC, que piensa volver a conspirar contra la Constitución si hace falta. La guerra contra Madrid es una guerra sucia. Ideológica. Empezó con el estado de alarma y sigue con los Presupuestos. Nuestros gobernantes no dejan de hacer política en plena pandemia.