EL CORREO, 8/7/11
La defensa del exlíder de Batasuna atribuye al trabajo de los procesados del ‘caso Bateragune’ los «dos años» sin atentados
Arnaldo Otegi convirtió su última palabra en el juicio de Bateragune en un alegato político lleno de promesas. Garantizó que la izquierda abertzale ha comenzado un camino «irreversible e irrevocable» de abandono de la lucha armada porque ha llegado a la conclusión de que «la ‘M’ (de militar) en nuestra estrategia sobra y estorba», ya que ahora la apuesta es por la ‘P’ (política). «Hemos virado el trasatlántico de la izquierda abertzale», subrayó.
«El único escenario que planteamos es el cese definitivo de la lucha armada y, con el tiempo, el definitivo desmantelamiento de la estructura armada», afirmó rotundo Otegi durante la última sesión del juicio que sigue contra él, el exlíder de LAB Rafael Díez Usabiaga y seis dirigentes de la izquierda abertzale, acusados de intentar reconstruir la ilegal Batasuna por órdenes de ETA a través de la plataforma Bateragune. El exportavoz de la coalición ilegal fue el único que hizo uso de su última palabra para dejar claro que la izquierda abertzale ni siquiera contempla la posibilidad de la vuelta de ETA a las armas. «No es el escenario que deseamos ni planteamos ni va a ocurrir y si ocurriera los rechazaríamos», explicó durante el largo discurso que le permitió hacer la presidenta del tribunal, Ángela Murillo, otrora enfrentada con el acusado y hoy especialmente benévola.
«Qué nadie abandone el camino que hemos emprendido! ¡Qué sonrían porque vamos a ganar!», clamó Otegi, arrancando el aplauso de los numerosos familiares de los imputados que acudieron a la última sesión del juicio y la reprimenda de la presidenta. El principal imputado dijo estar «orgulloso» de haber encabezado el grupo que ha llevado a «cambiar radicalmente la estrategia de la izquierda abertzale». «De cuatro o cinco hemos pasado a 313.000», señaló en referencia a los votantes de Bildu el 22 de mayo.
En un plano más jurídico, y menos político, Otegi insistió en que ETA no estuvo en ningún momento detrás del «grupo de debate» que él impulsó. Es más, negó que jamás en los meses previos a su detención se reuniese con ningún miembro de la banda. «No es creíble que intente convencer a nadie de cerrar el ciclo político-militar desde una estructura político-militar», expuso el exportavoz de Batasuna, que comparó esa supuesta «falta de credibilidad» con la que tiene Rubalcaba cuando afirma desde el Gobierno que tiene la receta para acabar con el paro. Y más personajes ajenos a la causa. Otegi hizo suyas las palabras de Einstein para explicar el trabajo de los acusados para tratar que la izquierda abertzale avanzara rompiendo amarras con ETA. «Locura es hacer siempre lo mismo y esperar un resultado diferente», parafraseó al científico alemán.
Aunque conciliador en la mayoría de su discurso -pidió incluso a la acusación de la asociación de víctimas Verde Esperanza que entendiera que la negativa a responder a sus preguntas era una estrategia procesal y no un desprecio a las víctimas-, Otegi tampoco ahorró en ataques. El imputado, que en ningún momento condenó a ETA durante su larga exposición, acusó al Gobierno y a algunos «sectores mediáticos» de desear que los terroristas vuelvan a la acción para tener así una «gran coartada» para «entrar en el debate político».
«Enfrentados» a la banda
Antes del turno de última palabra, habían sido las defensas en sus últimas intervenciones las que se habían esmerado en intentar convencer al tribunal que el grupo que lideraba Otegi llegó a «enfrentarse» a ETA y «desoír» sus instrucciones, forzándola a declarar el alto el fuego. La defensa de los ocho procesados fió en su más conocido abogado, Iñigo Iruin el grueso del alegato de inocencia. Iruin llegó a atribuir al trabajo que Otegi y Díez Usabiaga realizaban el hecho de que ETA lleve «casi dos años» sin atentados mortales e incluso llegó a asegurar que los detenidos encarnaron en primera persona un «enfrentamiento de posiciones» con respecto a la banda.
Esa tesis, la de que el grupo de Otegi fue el que provoco un «debate divergente de ETA» y que ese colectivo ni se llamaba Bateragune ni seguía las instrucciones de la banda para apostar por la vuelta a las instituciones, fue el primer gran argumento de Iruin. El segundo fue que en la Audiencia Nacional se juzga a «políticos» en un proceso que «se ha convertido total y absolutamente en político». «Sólo hay conjeturas, elucubraciones y descontextualización de documentos» (para intentar probar que los imputados se situaban) bajo la clave de bóveda de que todo es ETA»; «hay una gran orfandad probatoria», defendió Iruin, quien también arremetió contra la Fiscalía por pedir la condena de los acusados por no haber condenado a ETA durante el juicio. Los acusados, concluyó, «tenían que dar la batalla, la dieron, la ganaron y convencieron a ETA». «Déjenles terminar esta tarea para lograr un cambio histórico», pidió.
La letrada de Otegi, Jone Goirizelaia, insistió en que el origen del «polo soberanista» que impulsaba su cliente nada tenía que ver con ETA, como sostiene la Fiscalía, y sí con Eusko Alkartasuna, ya que fue el exsecretario general de esta formación Unai Ziarreta, quien se dirigió al exlíder de Batasuna para «plantearle la necesidad de crear ese bloque independentista». Otegi -explicó la abogada- aceptó la propuesta, que supuso una verdadera «ruptura» con la estrategia de ETA y no una «adaptación» a esa estrategia, como apuntan las acusaciones. Se le juzga, dijo, «por buscar la paz».
EL CORREO, 8/7/11