EL MUNDO – 17/07/15
· Según Mariano Rajoy, Mas lleva a Cataluña a una frustración como la de Grecia.
El Gobierno ha endurecido el tono y lo ha hecho al más alto nivel. Mariano Rajoy no está dispuesto a permitir que avance el plan independentista de Artur Mas y su candidatura unitaria, y ayer mismo puso las cartas sobre la mesa. Esta vez sin ambigüedad. «No va a haber independencia de Cataluña. No la va a haber», recalcó en un intento de aclarar a los catalanes que han alimentado la esperanza de ver prosperar un proyecto separatista, que no deben llamarse a engaño porque «el Estado está preparado absolutamente para hacer cumplir la Ley».
Desde el punto de vista del presidente del Gobierno, la hoja de ruta de Artur Mas y sus aliados situaría a Cataluña fuera de Europa y forzaría a los ciudadanos a tener que optar entre su identidad catalana y la española y europea. Y Rajoy asegura que impedirá este propósito sí o sí.
Por el momento, el arma que ha esgrimido el Gobierno se llama Tribunal Constitucional. Rajoy no quiere hablar de otras posibilidades que incluirían por ejemplo la suspensión, a base de retirada de competencias, de la autonomía. Así ha ido tumbando hasta la fecha uno tras otro todos los andamios que pretendía levantar Mas para sustentar su proyecto, pero aún no se ha pronunciado sobre lo que hará si, pese a todo, la lista unitaria que han fraguado los independentistas se alza con un triunfo holgado en las elecciones previstas para el 27 de septiembre, y consuma el desafío al Estado con una declaración unilateral de independencia.
En este momento, la batalla es dialéctica con advertencias cruzadas. Rajoy, por ejemplo, no duda en echar mano del drama de Grecia para alertar a los catalanes que siguen a Mas de que sus aspiraciones van a acabar frustradas, de la misma manera que han terminado las de los griegos que, alentados por las promesas de Tsipras, rechazaron el plan de rescate europeo y finalmente han visto como su «no» se ha convertido de facto en un «sí» a otro plan mucho más duro.
«Se está actuando con irresponsabilidad, como en Grecia, y al final habrá que dar marcha atrás y se generará frustración», avisó ayer el presidente respaldado por la primera ministra polaca, Ewa Kopacz, también dispuesta, porque tiene elecciones legislativas a la vuelta de la esquina, a encender las alarmas frente a partidos y mensajes considerados «populistas».
El discurso del Gobierno, al menos de momento y de cara a la galería, no parece afectar a Mas y sus aliados. Ayer, en el Congreso dieron prueba de ello cuando el diputado de ERC Joan Tardà insistió en que, guste o no, Cataluña se pronunciará sobre su independencia «en pocas semanas» y de nada servirá, dijo, que se utilice una vez más el instrumento de un Tribunal Constitucional «partidista, vendido y corrupto en sus funciones».
«No vamos a tener ningún miedo a su Tribunal Constitucional», repitió, «porque es de parte y vendido. El derecho a decidir de los pueblos es mucho más potente que sus argucias para impedir que los pueblos puedan decidir su futuro». Y avisó: «El próximo debate será si optan por aceptar la voluntad democrática, en caso de que se dé, del pueblo de Cataluña u optan por reprimirnos con el Constitucional y con todo lo que haga falta».