JAVIER REDONDO – EL MUNDO – 04/02/17
· Mas era el hombre idóneo y de confianza para dotar de continuidad al modelo victimista-lucrativo impuesto por la Familia: próximo, discreto, leal y manejable. Además, no desagradaba en Madrid. El negocio parecía a salvo. Sin embargo, cuando aparentemente estaba todo bajo control, saltó la liebre.
A veces un patoso pulsa la tecla equivocada, rompe el equilibrio y genera el caos. Otras, un cruce de borrascas provoca una tormenta perfecta y lo echa todo a perder. Lo repasaba ayer en estas páginas Santiago González. Convergència perdió el poder en Cataluña. Maragall, cabeza del tripartito, revolvió la charca del 3% espoleado por su socio, ERC.
Por si fuera poco, Mas fue traicionado en La Moncloa por Zapatero tras negociar juntos el nuevo Estatuto. De repente todo se tambaleó: el pacto de silencio, el sistema, el negocio y el monopolio de la liturgia nacionalista. Además, como el separatismo popular y de barricada ganaba terreno, Mas elevó la apuesta. No confrontó modelos sino que los igualó buscando aliados a la desesperada. Sin saber muy bien cómo, se había convertido en rehén.
Mostró sus limitaciones y debilidades y comenzó a cavar su fosa. Jugó en terreno ajeno con el lenguaje, las formas y los códigos de sus carceleros, que disponían de capacidad de chantaje. Puso el tinglado patas arriba. Le dejaron hacer y convertirse en mártir de la noble causa. Su única salida digna.
Musitará para sí que no tuvo la culpa de la crisis económica. Que eso lo cambió todo. Que el nacionalismo paniaguado de chancla, camiseta y comuna no dijo esta boca es mía hasta que no se agotaron los fondos y subvenciones públicas. Ese dragón, criado a los pechos burgueses de Convergencia, sesteaba. Despertó de golpe, soltó un coletazo y agitó la bandera de «la liberación nacional, social y de género de los països catalans».
Para Mas su imputación es un gran honor. Para el nacionalismo las comparecencias judiciales son actos de campaña: «Se juzga a todo un pueblo». La Asamblea Nacional Catalana y la Asociación de Municipios por la Independencia son los eslabones que mantienen adheridos dos cuerpos irreconciliables. Hoy el pueblo catalán es uno, mañana no: abajo están los que sufren; arriba los poderosos que trapicheaban entre sí. El mártir, la víctima, será pronto traidor, ha puesto en solfa la independencia.
Tiene suerte de acudir a declarar ante el TSJC junto con Rigau y Ortega. Se disimula su soledad. A pesar de los autobuses, las banderas, el jolgorio y la parranda, el monstruo de la CUP quiere sangre. Junqueras es la solución Armada para el procés. El partido de Mas, Puigdemont y compañía ya no existe, es un pelele dependiente de sus criaturas, una extraña adherencia.
El inmolado desmontó sin querer la tramoya. La ficción no se sostiene. Era el sistema perfecto: una suerte de capitalismo corporativo y de Estado, blindado por la impunidad y el seny. El traidor fantaseó con la independencia, por contagio, desvarío o revanchismo. Su espectro comparecerá el lunes. Un último baño de masas, un homenaje póstumo.
JAVIER REDONDO – EL MUNDO – 04/02/17