Muchos de nuestros problemas de convivencia se deben a que no tenemos una sola escuela. En la derecha, salvo gratas excepciones, un modelo conservador de España, el único que hay; en la izquierda, ninguno, ninguna concepción republicana de España. Quizás nuestro destartalado sistema docente sea responsable de nuestra incapacidad de encuentro.
Aquel individuo manifestaba su malestar ante su coche calcinado y, de espaldas a la cámara de televisión, decía que aquello sólo lo solucionaba Le Pen. Mi sorpresa fue grande cuando al girar la cabeza vi que se trataba de un negro. Casi tanta sorpresa como ver a Bush imponiéndole a Mohamed Alí, nuestro Cassius Clay del cuadrilátero, la medalla de la libertad. ¡A él, que fue expulsado del boxeo por negarse a marchar a la guerra de Vietnam! Mi sorpresa se incrementó cuando le veo a Cassius hacer un gesto al presidente americano dándole a entender a éste que estaba grillado. Y sorprendentemente conmovedoras fueron las palabras del ídolo de la afición del Nou Camp, Samuel Eto’o, diciendo, con sentido común y sensibilidad patriótica, que iba a ir al Vicente Calderón a animar a España, y a su abuelo, Luis Aragonés. En unos tiempos que lo de España se le deja a la derecha, éste dice que va a ir a animarla con mucha naturalidad, posiblemente porque es negro y no nació aquí.
Es evidente que estamos sobrepasados por los acontecimientos. Ni siquiera es lo que aquel sugerente título nos ofrecía, que antes de Cebrián y Felipe usara ya Javier Elorrieta en un compendio de sus poesías, El futuro ya no es lo que era. Ni siquiera el presente es lo que es. Cuestión que empezábamos a adivinar cuando hace tiempo vislumbramos que no éramos de los nuestros, a lo que se iba sumando la conciencia de carecer de referencias espaciales y lógicas, pero disfrutando, quizás, de no ser de nadie. Que un negro llame a Le Pen será porque quiere que ponga orden en la calle, sin ser consciente, en su desesperación, de que tras ese orden le pueden llegar los problemas, como pasa siempre que los autoritarios imponen el suyo. Sin embargo lo dice, es lo importante. Que Bush le ponga una medalla a Cassius Clay es algo que renuncio a explicarme, tanto que se la dé cómo el que el otro la acepte. Y lo de Eto’o, que es un símbolo del Barça, anuncie que va ir a animar a España, es, por el contrario, un monumento a la libertad.
No es que haya buscado a propósito personas de raza negra, es lo que he visto esta semana, o quizás porque en el fondo, después de tantos esquemas ideológicos, disciplinas y sometimientos a pensamientos, sean únicos o no, son los que disponen de una espontaneidad que me admira. Quizás sean espontáneos por ser negros, nosotros estamos demasiado macerados en ideologías de consumo. Uno cabreado llama a Le Pen, el otro, represaliado y enfermo, se puede dar el lujo de expresarle a Bush que está grillado, y Eto’o, no precisamente caracterizado por buen chico, nos surge de repente con un candor primoroso. Yerren o no yerren, la condición humana tiene solución mientras haya gente que dice y hace lo que piensa. Quizás no acierten, pero nos hacen pensar.
Lo primero que pensé: cómo tienen que estar las cosas en Francia para que un negro se nos haga de la extrema derecha. O viendo a Cassius, sin poder reprimir un pensamiento nostálgico recordando cuando era el mejor, con aspecto enfermo, dándose el gustazo de indicarle al más poderoso mandatario: tío, tu estás grillado. Su último gancho.
Pero lo que más me sobresaltó fue lo de Eto’o. Le recordaba revanchista y rencoroso la noche que el Barça ganó la liga lanzando improperios al Real Madrid, y aquí aparecía como un buen muchacho, hablando con libertad, desde su ser camerunés expresando una doble fidelidad, que le hace un personaje más moderno y culto que muchos de sus compañeros catalanes, que jamás podrían decir lo que dijo Eto’o. Y es que hay todavía mucho salvaje que no sabe que el gran salto de la humanidad fue cuando en política, en la polis de Atenas, se admitieron dobles fidelidades, a la tribu y a la polis. Y Eto’o se expresó como Pericles.
Momentos antes de la victoria de España sobre Eslovaquia, una gran manifestación recorrió la Castellana a favor del modelo católico de enseñanza. Entonces me di cuenta que muchos de nuestros problemas de convivencia se deben a que no tenemos una sola escuela. En la derecha, salvo gratas excepciones, un modelo conservador de España, el único que hay, en la izquierda ninguno, ninguna concepción republicana de España, la que hubo, minoritaria, se fue al exilio en el treinta y seis. Quizás nuestro destartalado sistema docente sea responsable de nuestra incapacidad de encuentro.
Eduardo Uriarte, EL PAÍS/PAÍS VASCO, 16/11/2005