Miquel Giménez-Vozpópuli

Eso le soltaron al pobre Vito Quiles cuando le preguntó a una señora socialista muy cafetera acerca de si le parecía bien o mal que Sánchez les hubiera mentido con la amnistía. Y no crean que era la única. En aquella acumulación de humanidades acarreada y pastoreada desde todas partes de España via autobús, bocadillo y comida, quienes se acercaron al recinto de IFEMA a escenificar una liturgia de adoración al intrépido Lawrence de Arabia socialista iban del mismo palo. Que Sánchez no ha mentido, que lo que ha hecho es simplemente cambiar de opinión, que es un fenómeno, que si una se alegraba por Puigdemont, que si otra decía que España era una comunidad de vecinos y había que llevarse bien aunque alguno cometiese delitos, y no sigo porque las respuestas eran la deshuevación ovípara del sentido común más elemental y simple.

El culmen, sin embargo, debo decir que llegó cuando Vito insistía en su pregunta, a saber, si a los militantes socialistas no les había molestado que Sánchez les hubiese engañado diciendo primero que no habría amnistía para luego cambiar radicalmente de conducta y una señora, con la misma solemnidad con la que un terraplanista defiende sus tesis, le espetó «¡La mentira es un concepto religioso!». Acabáramos. Si la mentira es algo inventado por el clero y esa peligrosísima religión católica según los socialistas de casta, la verdad también deberá serlo porque la una sin la otra no pueden existir. Y si no existen ni verdades ni mentiras salvo en la religión – servidor lo tiene claro, fuera de la Iglesia no existe salvación, que dijo el clásico – tampoco pueden existir las contradicciones ni la rendición de cuentas ni los códigos de conducta ni los penales, ya que estamos. Así pues, en el actual PSOE nada es verdad ni es mentira, todo es según el color del Sánchez con que se mira.

Si la mentira es algo inventado por el clero y esa peligrosísima religión católica según los socialistas de casta, la verdad también deberá serlo porque la una sin la otra no pueden existir

Esa estupidificación, impostada o real, me parece tanto o más peligrosa que Sánchez. Que existan compatriotas nuestros capaces de decir ante una cámara que la mentira es un concepto religioso, que Sánchez no ha mentido y que peor sería que gobernase la derecha y la extrema derecha para irse a zampar después tan panchos el bocata de chopped regalado por el partido es el mayor indicador de cómo España se ha degradado de una manera que quizá ya no tenga remedio. Recuerden bien la frase: «La mentira es un concepto religioso». Tras esa tremenda barbaridad podrían llegar horrores que siempre han sido palpables, reales, irrefutables. Porque el hacha del verdugo la acarrea siempre el ignorante.