El navarro Iribarren, y ustedes perdonarán la aliteración, tiene un libro de muy recomendable lectura, ‘El porqué de los dichos’, recopilatorio de anécdotas sobre el origen de centenares de frases hechas que forman parte del habla popular. Una de ellas es la que da título a esta columna y que escondía una crítica generalizada a la Santa Hermandad, tribunal con jurisdicción fuera de los poblados. Vestían sus cuadrilleros uniformes con mangas verdes y era creencia que acudían a los lugares de autos con tardanza que amparaba la impunidad de los malhechores.

La idea de la Santa Hermandad estuvo en el origen de la Guardia Civil, pero su cachaza parece haber dejado más huella en el Tribunal Constitucional, que el jueves emitía un auto que declaraba inconstitucional la inclusión de Pablo Iglesias (y de Iván Redondo) en la comisión del CNI por vía de urgencia y como medida contra la pandemia. A qué las prisas, ha venido a decirle a Sánchez el tribunal y lo ha hecho predicando con el ejemplo, emitiendo su fallo cuando el fulano a quien principalmente afecta lleva mes y medio fuera de la política.

Iglesias reivindicó el control del CNI en aquella rueda de prensa en que se propuso para vicepresidente con todo lo que colgaba, el 22 de enero de 2016, mientras Pedro Sánchez estaba en consultas con el Rey. Cuando la coalición entre el PSOE y Podemos se forjó, cuatro años después, el más infame de los gobernantes que ha tenido España en democracia cedió a un comunista, aliado de las dictaduras de Cuba y Venezuela y de la república teocrática de Irán, el control de nuestros servicios de inteligencia, uniendo al despropósito conceptual, político y moral, otro de naturaleza legal, un decreto ahora desautorizado.

Las tardanzas de la Santa Hermandad eran más ecuménicas que las del Tribunal Constitucional; no hacían distingos. Estos sí, baste comparar el año largo que les ha llevado lo del control del CNI con la semana que les bastó para impedir que Toni Cantó figurase en las listas del PP a la Comunidad de Madrid. Hubo entre los magistrados del TC un voto particular contra la sentencia sobre el CNI: el mismo Cándido Conde Pumpido, que volvió a manchar la toga con el polvo del camino, de la carretera y quién sabe si del molino y de la molinera.

No me cansaré de repetir que todo lo que toca Sánchez lo envilece, ya está escrito, desde los tipos a los que convierte en sus secuaces hasta las instituciones, en este caso el emputecido CNI. Cualquier observador se preguntará si Iglesias no habrá repetido la maña que ya practicó con el móvil de Dina Bousselham y tiene un pendrive con fotos íntimas de la Inteligencia Nacional. Cabe preguntarse también si el Constitucional habría emitido fallo sin la dimisión previa de Iglesias. Urge que la ministra de Defensa nos tranquilice. Podría hacerlo si nos cuenta que el órgano de control no se ha reunido una sola vez desde el 17 de marzo de 2020 hasta el 31 de marzo de 2021. En tal caso, ella es la única miembro del Consejo de Ministros que ha salvado la honra y no estaría obligada a dimitir por este asunto. Todos los demás, desde el presidente hasta el último mindundi del Gobierno, pongamos que hablo de Ione Belarra, deberían seguir el ejemplo de Pablo Iglesias Turrión.