¡A por los pijos!

ABC 20/05/15
ANTONIO BURGOS

· El Tío de la Coleta quiere instalar el «pijódromo»

ESTÁ de nuevo en la Puerta del Sol el famoso anuncio del Tío Pepe, aunque cambiado de localidad en ese ruedo de las Españas, en cuya boca de riego está el kilómetro cero patatero que marca el centralismo con el que intentaron acabar las autonomías, pero no pudieron. Allí, cuando las elecciones de la II República que le dieron el triunfo a la CEDA, había otro letrero, muy famoso en su tiempo. Con el retrato de Gil Robles, proclamaba como lema el objetivo de los diputados que necesitaba la CEDA para obtener la mayoría gobernante: «¡A por los trescientos!». Gil Robles iba a por los trescientos diputados como el que va a por el pan o a por el periódico…

Y como ya las campañas no son lo que eran, pero no en aquellos entonces de CEDA y Frente Popular, sino en estos ahoras de no ha tanto tiempo con la UCD y con el primer PSOE triunfante en la Transición, ahora en la Puerta del Sol no hay anuncio electoral alguno de aquel porte, y el jerezano Tío José el de González está más solo que la una. Ahora se estilan los carteles verbales. Las soflamas: a ver quién dice la mayor burrada. Los calentamientos de boca, sin el uso del logómetro, aparato imprescindible para un bien tan escaso en campaña electoral como la mesura verbal. Y a modo de cartelón de la CEDA, el Tío de la Coleta, el colombroño del fundador del PSOE, ha plantado su anuncio verbal en la Puerta del Sol de los interneses y los trasmallos de las redes sociales: «¡A por los pijos!». Ha dicho, como promesa a los suyos y amenaza a medio barrio de Salamanca en Madrid y a medio barrio de Los Remedios en Sevilla: «Vamos a limpiar de pijos las instituciones». De modo que la Casta ya le viene corta. En su parte de guerra dicen estos podémicos de camisetas sudadas, pantalones cortos, pelambreras de las patas al aire y demás ofensas al buen gusto y a la vista, que cautiva y derrotada la Casta, van a por los últimos objetivos, que son los pijos. El pijo viene perfectamente descrito en el DRAE, por si no conocen la palabra: «Dicho de una persona: Que en su vestuario, modales, lenguaje, etc., manifiesta gustos propios de una clase social acomodada».

O sea, que tengo que advertirles quizá a estos señores, Diccionario en mano: «Que es la lucha de clases, imbéciles, que no son los pijos». Por crear que no quede. ¿No quieren emprendedores? Pues aquí tienen al Tío de la Coleta, que quizá un poquito majara de tanto leer tanto a Marx, Engels y Lenin, cual le ocurrió a Don Quijote con los libros de caballerías, ha mandado a tomar por saco la lucha de clases y la ha simplificado en términos estéticos, simbólicos e indumentarios. Ni derecha contra izquierda, ni obreros contra capitalistas: canis contra pijos. Ellos están de parte de los canis. Canis como el niñato perrofláutico de Toya Graham, la Madre Coraje de Baltimore, que cogió la buena señora y se llevó a babuchazos a su hijo, que iba de uniforme, o sea de sudadera con capucha calada.

Es bastante esclarecedor lo de la limpieza de pijos. ¿Cuántos pijos hay en el poder? ¿Hay partidos pijos, como el PP, y partidos canis, como Podemos? ¿Y universidades pijas y universidades canis, como la que tiene de rector al niño de Santiago Carrillo, marqués de Paracuellos del Jarama? A raíz de lo de Baltimore, algún lector me propuso que en vez de canódromos hiciéramos «canídromos»: lugares donde las madres coraje corrieran ejemplarmente a babuchazos a sus niñatos canis. El Tío de la Coleta va por ahí. Quiere imponer el «pijódromo» en todas las instituciones, para correr a babuchazos y a gorrazos a los pijos. Pues de momento va a tener que empezar por meter en el pijódromo a algunos de los suyos. Como el podémico vicepresidente tercero del Parlamento andaluz, que es tan pijo que usa corbata, prenda como saben completamente facha. Y tiene además un nombre completamente pijo: Juan Ignacio Moreno de Acevedo y Yagüe. Una provocación. ¡Que echen inmediatamente a este tío! ¿No hay que limpiar de pijos las instituciones?