A ver si cogen la costumbre

EL MUNDO – 09/10/15 – VICTORIA PREGO

· No será más que un gesto, pero tendrá sus efectos porque será recogido por todos los medios de comunicación. Por lo infrecuente del hecho, más que nada, y por el significado que se le quiera dar en esta ocasión, en la que una parte esencial de la nación española, como es Cataluña, está sumida ahora mismo en delirantes debates sobre cómo construir una «república independiente» a cargo de lo más extremo de la izquierda anticapitalista que ha resultado ser, al final, la que tiene la sartén por el mango en lo tocante al Gobierno de la Generalitat.

Y cuando asistimos a espectáculos tan increíbles que parecen sacados de una comedia del absurdo, no está mal que los presidentes autonómicos hagan acto de presencia, por una vez al menos, en los actos de celebración de la Fiesta Nacional. Porque hay que recordar que éste de honrar a la nación y a sus símbolos en un día como el 12 de Octubre ha sido uno de los gestos que los presidentes de las comunidades se han sentido en libertad de ignorar sistemáticamente durante demasiados años.

En realidad lo que se esconde tras esas ausencias masivas y clamorosas es el poquísimo valor que desde el comienzo de la Transición hasta hoy se ha otorgado en la vida pública nacional a honrar la idea de España. España ha sido durante muchos años un concepto ignorado, despreciado y atacado por los nacionalistas, sin que desde la izquierda ni tampoco desde el centro y la derecha política se hayan levantado voces defendiendo con el suficiente y exigible vigor el orgullo de pertenencia a esta nación.

En términos generales se ha cedido de manera vergonzante el liderazgo ideológico a quienes no querían pertenecer a España. En la izquierda se ha tenido como timbre de prestigio, incluso de prestigio intelectual –lo cual da una idea del nivel mental que ha dominado en el país–, el desafecto a la bandera, al himno y a la misma idea de España. Y la derecha, cargando eternamente con un complejo de culpa, como si quienes la componen tuvieran que asumir la herencia que dejó el franquismo, no ha dado pasos al frente para poner la cosas en sus justos términos.

No hace falta aclarar que me estoy refiriendo a la nación española en su conjunto, cuyo trato recibido no tiene nada que ver con la devoción que se profesa hacia las veneradas y sacralizadas identidades de las 17 comunidades autónomas, cuyas banderas se respetan religiosamente y cuyos himnos no han recibido jamás en estos 37 años de democracia una sola pitada, cosa que es muy de aplaudir, pero que contrasta dramáticamente con la indiferencia con que muchos reciben las ofensas a los símbolos comunes, es decir, a los símbolos de España. Por eso está bien que, por una vez, los presidentes autonómicos estén presentes en la celebración de la Fiesta Nacional. Y a ver si cogen la costumbre.

EL MUNDO – 09/10/15 – VICTORIA PREGO