ABC 02/05/15
· La virtual alcaldesa de Barcelona, que el 9-N votó a favor de la secesión, mantiene una ambigüedad oficial mientras busca ganar el apoyo de ERC
Desde la página 1 Pero, realmente, ¿dónde se ubican Ada Colau y su plataforma Barcelona en Comú con respecto al proyecto independentista? Si se atiende al programa con el que se han presentado a las elecciones municipales, en ninguno; ya que no hay alusión alguna al proceso. Una indefinición que los partidos soberanistas catalanes que enfocaban las locales como una primera vuelta de las plebiscitarias de septiembre no perdonan. Pero la estrategia de pactos ha obligado a la futura alcaldesa a proclamar que «Barcelona estará comprometida con el derecho a decidir».
Para Colau, el «proceso» no entraba dentro de las competencias municipales, y por tanto no es una prioridad. ¿Su postura personal? Votó a favor de la independencia en el pseudo referéndum del 9 de noviembre. ¿Y en el conjunto de Barcelona en Comú? «En la plataforma hay quien es independentista, quien es federalista y quien considera que este no es un asunto prioritario», resumió Colau, exponiendo los difíciles equilibrios de una plataforma en la que se integran ICV (dividida a su vez con respecto al proceso), Podemos (donde sucede otro tanto) o Procés Constituent (plenamente independentista).
Colau trató de explicarlo de nuevo la semana pasada, recordando, ante los ataques recibidos, el compromiso «firme e irrenunciable» de BComú por el «derecho a decidir» de los catalanes para definir su relación con España, desde el «respeto» pero «libremente». «No tenemos la competencia para declarar la independencia, pero Barcelona estará comprometida, es la capital de Cataluña y estará con el pueblo para que pueda ejercer el derecho legítimo a decidir su futuro», dijo.
Firmar la hoja de ruta
El viernes pasado, en un intento de ganarse a ERC, que le exige más compromiso independentista para darle su apoyo en Barcelona y la firma de la hoja de ruta pactada con CiU de cara a las «plebiscitarias» del 27-S, Colau aseguró: «Barcelona en Comú es un aliado fiel del proceso». Esto, al independentismo no le basta; y los mismos que cuestionan a ERC por no tragar con la lista única que propone Mas, acusan a Colau de «española» por estar supeditada al interés de Podemos de crecer en el conjunto del Estado.
Colau y la nueva izquierda populista han irrumpido como un ovni en el proceso soberanista. Su papel dentro de ese movimiento todavía está por determinar. El pasado 24 de mayo, cuando el recuento de papeletas confirmaba que Colau era la ganadora en Barcelona, TV3 retransimitió la euforia de sus simpatizantes de la plataforma al grito de «¡Sí se puede!», el lema del movimiento de los indignados en España.
De manera inmediata, el realizador conectó con la sede de campaña de CiU, donde las caras de los militantes eran de desolación. No tanto por la derrota de Xavier Trias como por el hecho de que los ganadores de los comicios lo celebrasen coreando lemas en castellano. Los indignados de BComú no pasan la prueba del algodón del nacionalismo más ortodoxo, si bien su postura sobre el proceso soberanista, instalada en la ambigüedad, en ningún caso permite ubicarlos en el frente constitucionalista junto a PP, Ciudadanos y parte del PSC.
En este contexto, la victoria de Colau y la pérdida de la alcaldía de Barcelona por parte de CiU se han leído como un serio revés para el «proceso» que los sectores más a la derecha del independentismo han asumido con inquina contra los «indignados» alimentada por un desprecio de clase. Hay quien teme que el «eje social» acabe desplazando el «eje nacional» en el mapa político catalán acusando a Colau, y también a Albert Rivera (Ciudadanos), de ser una versión siglo XXI de Alejandro Lerroux.