Juan Carlos Girauta-ABC

Los que carecemos de una sensibilidad de izquierdas, vamos a necesitarla

Ya cansa. Es inútil seguir dando ejemplos de los embustes de Sánchez porque no hay compromiso que no haya defraudado, punto del que no se haya desdicho, contradicción en que no haya incurrido ni renuncio en que no le hayan cogido. Y lo que tiene la casuística es eso, que cansa. Puede que el sanchismo haya cristalizado en una caprichosa variante de los tres monos sabios: la de no ver, no oír, pero sí hablar.

Se comprende que los adeptos, tan monos, voluntariamente privados de retroalimentación informativa, solo puedan hablar de lo que ya sabían, que lo despachen todo con el repertorio que traían de fábrica. Un a modo de disco rayado más latoso aún que la casuística de sus mentiras. Conque ahorremos energías. Los que carecemos de una sensibilidad de izquierdas, sea eso lo que sea, vamos a necesitarla.

Una vez dado por sabido que para Sánchez, Lastra o Fernández Vara la verdad se muestra ductilísima, o no existe, o es lo que diga Sánchez, se descubre con facilidad por qué Iceta no es del PSOE, por qué el PSC es cosa distinta a Ferraz: los socialistas catalanes no han mentido. Y esto, señores, merece una reflexión. Nacionalistas al cabo, siempre han contado lo que pensaban hacer. Si no todo, al menos lo mollar.

Defendieron el derecho a decidir, la autodeterminación. Y aunque en este particular tuvieron que envainársela, lo cierto es que Iceta, ajeno a las aleatorias variaciones de sus congéneres, defiende los indultos a los golpistas desde mucho antes de su condena. En realidad, solo a los favorables se les permitía mencionar la medida de gracia; si otros lo hacíamos en sentido contrario («Diga, señor Sánchez, que no los indultará»), se nos afeaba la anticipación. Insistíamos, claro, porque les veíamos el plumero amarillo, pero nada.

Tampoco se cortó Iceta creando expectativas de referéndum de independencia. Utilizó este truco: si el porcentaje de independentistas llegara al setenta por ciento, no podríamos oponernos, etcétera.

Mucho menos ha mentido Podemos sobre sus intenciones. De hecho, los de Iglesias son amigos de las verdades crudas, pues habiendo formas y formas de decirle la verdad a los niños, ellos son partidarios de una pedagogía avanzada. Nunca han ocultado su voluntad de acabar con el llamado régimen del 78, nunca han dejado de aplicar a Bildu el detergente del blanco nuclear. Tampoco miente Bildu, les resulta demasiado sofisticado. Ni ERC, que a fuer de sinceros han llamado verdugos a los de Sánchez justo antes de propiciar su investidura.

En fin, que podremos criticar y sacarle los colores a la banda. Pero en materia de verdad, punto inmejorable para empezar la vigilancia del poder que nos espera los próximos años, los que están en falta son solo los del PSOE, empezando por Sánchez, rey de la bola, señor de la patraña, mendaz mayor, capitán de fuleros, archimandrita de los mentiruscos, que diría Mota, y beruñi de la jujana, que diría Ramoncín.